RIVERO Fernando A.

El Cine Gráfico. 1 de enero de 1934. P. 32

 
irector, pintor, escenógrafo, actor y escritor de cine.

“Fernando A. Rivero encarna a uno de los tipos multiformes de nuestra cinematografía: arquitecto ‘destripado’ por la muerte prematura de su señor abuelo; acuarelista de la talla de Gedovius y Vera de Córdoba —según opinión del pintor Juan José Segura—; actor, escenógrafo, trotamundos, y, para remate, director de cine, pues acaba de terminar para Producciones Roberto Fierro la película [El beso mortal, 1938)] (…) con la que inicia sus labores de esta nueva empresa.

“Desde luego hay que advertir que Rivero no es un advenedizo ni un improvisado en materia cinematográfica. Sus primeros pasos como escenógrafo, datan desde los tiempos de la primera cinefonía hecha en México, Santa; y de entonces acá tiene en su haber la friolera de cuarenta y nueve cintas, de las cuales, dos las diseñó durante su corta estancia en la ciudad de Buenos Aires para la Argentino Sono-Films, y una en España para Producciones Hispánicas, en los estudios Aranjuez”. (Fernando A. Rivero. Realizador y escenógrafo. Por Esteban V. Escalante. Revista de Revistas, 24 de julio de 1938. S/P).

De su experiencia como escenógrafo y de las novedades que incorporó en este ámbito, Fernando Rivero le comentó a Esteban V. Escalante: “—Estando yo en España, estalló la revolución que todavía ensangrienta a aquella querida tierra, tuve que regresarme a México. A mi llegada, Ramón Pereda me llamó para que le escenificara Cuatro milpas, y desde entonces he tenido la suerte de que se me busque para escenificar películas de categoría como Don Juan Tenorio [Dir. René Cardona, 1937]; La Paloma [Dir. Miguel Contreras Torres, 1937]; Cuna Vacía [Dir. Miguel Zacarías, 1937]; Noches de Gloria [Dir. Rolando Aguilar, 1937] y Refugiados en Madrid [Dir. Alejandro Galindo, 1938]”, (…) —y agregaba—: “La película que acabo de dirigir también fue escenificada por mí, introduciendo en dicha escenificación una innovación, consistente en la construcción de escenarios cuya movilidad y transportación facilitan el rodaje de la película por su bajo costo y rapidez en los cambios. La base primordial de esta innovación es el haber logrado aislar la tramoya que sostiene los postes reflectores de las paredes de los escenarios, que hasta la fecha habían sido construidos en forma tal que dificultaba a los directores los movimientos de la cámara y personajes, ya que no podían poner o quitar a placer paredes innecesarias en el momento requerido.

“Efectivamente —refiere Esteban V. Escalante—, nosotros tuvimos oportunidad de observar a primera vista la amplitud con que planteó cuatro escenarios simultáneamente con espacio suficiente para los emplazamientos de cámara, luces para su alumbrado y profundidad en sus segundos y terceros términos. ¡Y esto nadie lo había hecho en México, tampoco las tramoyas colgantes!” (Idem).

Incursionó por primera vez en el cine mexicano como escenógrafo y actor en Santa (Dir. Antonio Moreno, 1931). “Hablar de Rivero, es para Cinema Reporter, recordar aquellos días en los que estudios nacionales y el cine mexicano ponían sus primeros cimientos. Precisamente en estos estudios, fue donde Rivero inició su carrera, ganando la fabulosa suma de 4 pesos a la semana (cuando había) en su carácter de escenógrafo, y durmiendo en los laboratorios de los propios estudios (…) En aquella Santa, Fernando A. Rivero tuvo a su cargo nada menos que la realización de los sets (…)”. (Rivero, auténtico pionero del cine mexicano. Por Manuel Alonso. Cinema Reporter, 23 de diciembre de 1950. PP. 16-17).

Como actor también participó en: El anónimo (Dir. Fernando de Fuentes, 1933); Prisionero trece (Dir. Fernando de Fuentes, 1933); Bajo el cielo de México (Dir. Fernando de Fuentes, 1937) y en La hora de la verdad (Dir. Norman Foster, 1944).

El Cine Gráfico. 1 de enero de 1934. P. 32

Pionero del cine mexicano sonoro. Como escenógrafo Fernando A. Rivero colaboró con los más prestigiados realizadores, en películas tales como: Una vida por otra (Dir. John H. Auer, 1932); Tiburón (Dir. Ramón Peón, 1933); Almas encontradas (Dir. Raphael J. Sevilla, 1933); Oro y plata (Dir. Ramón Peón, 1934); y Payasadas de la vida (Dir. Miguel Zacarías, 1934). Con Fernando de Fuentes, en: El anónimo (1932), El prisionero 13 (1933), La calandria (1933), El tigre de Yautepec (1933) y El fantasma del convento (1934). Además de La mujer del puerto (Dir. Arcady Boytler, 1933) y Refugiados en Madrid (Dir. Alejandro Galindo, 1938).

Dentro de sus primeros trabajos como realizador podemos mencionar los cortometrajes escritos por Estanislao Schillinsky, producidos por Posa Films y estelarizados por Mario Moreno Cantinflas: Siempre listo en las tinieblas (1938), Jenjibre contra dinamita (1939), Cantinflas torero (1940), Cantinflas ruletero (1940) y Cantinflas boxeador (1940).

A partir de 1938 y hasta 1952, Fernando A. Rivero fue el autor de los argumentos y guiones de las cerca de 25 películas que realizó. Se inició como realizador con la película El beso mortal (1938), a la que siguió Mujeres en mi vida (1938), escrita por Álvaro Custodio y Carlos Sampelayo. Ingresó a la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) el 30 de agosto de 1966.