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CASTRO
Cardús, Julio Alejandro de
Huesca (Aragón), España, 1906
Denia (Alicante), España, 1995
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El Universal.
Sección Espectáculos, 7 de agosto de 1984.
P. 1 |
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ació
en Huesca (Aragón), España el 27 de febrero
de 1906, “un martes de carnaval”, según
reveló él mismo (Un
hombre pacífico que ha estado en todas las guerras.
Por Francisco Sánchez. Esto,
5 de noviembre, 1976. P. 13). Falleció en Denia (Alicante),
España, el 22 de septiembre de 1995.
Considerado el mejor guionista del cine mexicano
por varios críticos —entre ellos Francisco Sánchez—;
trabajo que realizó entre 1950 y 1977, también
fue marinero y obtuvo el grado de Alférez de Fragata.
A los 36 años, Julio Alejandro dejó la marina
y se dedicó al estudio. Alcanzó el doctorado,
primero en Letras, en Madrid; luego en Historia de la Edad Media,
en Zaragoza, y finalmente en Filosofía en Manila. Por
esos años inició su carrera de dramaturgo y de
director teatral. Lo primero que escribió fue un auto
sacramental, Siete caminos.
Escribió poesía y publicó la antología
La voz apasionada (1932) firmada como Julio Castro y
prologada por Antonio Machado.
En los años de la guerra civil española,
Julio Alejandro se alistó en el lado republicano. Sin
embargo, su procedencia de la armada lo hizo sospechoso para
algunos grupos. Estuvo condenado a muerte durante un mes e Indalecio
Prieto, que era ministro de la Marina, logró ponerlo
en un avión diplomático y enviarlo a Francia.
Después viajó a Filipinas —donde,
tras una frustrada vocación religiosa se convirtió
en profesor de la Universidad de Santo Tomás de Manila—,
México y otros países de América Latina.
Regresó a España, donde no se le permitió
trabajar en nada que tuviera que ver con el gobierno (y en el
franquismo todo tenía que ver con el gobierno). Vendió
suscripciones de un periódico por toda la Península,
que fue el único trabajo que pudo conseguir. Esto le
permitió volver a sus obras de teatro y quiso la casualidad
que Julio Alejandro conociera a Tito
Davison, que andaba en España por cuenta del productor
Gregorio Walerstein para contratar a un dialoguista para el
cine mexicano. Conoció a Julio y lo contrató de
inmediato. El acuerdo especificaba un período de seis
meses, pero el guionista se quedó a vivir en México,
donde según sus palabras encontró una segunda
patria.
La primera película en la que colaboró
fue Negro es mi color (1950),
interpretada por Marga López, bajo la dirección
de Tito Davison. Luego participó
en tantos filmes “que ya perdió la cuenta”,
declaró el escritor. Sin embargo, en su filmografía
sobresalen los libretos que escribió para Luis Buñuel:
Abismos de pasión,
Nazarín, Viridiana
y Tristana. Uno de sus últimos
trabajos fue El mexicano,
adaptación de un cuento de Jack London, que rodó
Mario Hernández.
Aparte de sus películas que fácilmente
pasan la centena, Julio Alejandro trabajó mucho para
la televisión. También incursionó como
decorador en algunas películas: “su gusto refinado
y su conocimiento del objeto artístico y de la ‘chachara’,
lo hicieron uno de los mejores ambientadores de películas”
(Un hombre pacífico que
ha estado en todas las guerras. Ob. Cit. P. 13).
Gran conocedor del mundo de los anticuarios,
sus mayores satisfacciones en el campo de la ambientación
fueron por su trabajo en: El ángel
exterminador (Dir. Luis Buñuel, 1962); Pedro
Páramo (Dir. Carlos Velo, 1966); Los
recuerdos del porvenir (Dir. Arturo Ripstein, 1968);
Vals sin fin (Dir. Rubén
Broido, 1971); Coronación
(Dir. Sergio Olhovich, 1975) y La
güera Rodríguez (Dir. Felipe Cazals, 1977).
Su trabajo en estas dos últimas le valieron una nominación
al Ariel de Plata por la
Mejor Decoración y la posesión del Ariel
de Plata, también por Mejor Decoración en la película
de Olhovich.
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Además de escritor, Julio Alejandro
de Castro también incursionó en la ambientación
de películas
Esto. 5 de noviembre
de 1976, P. 13
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Después de 39 años en México
donde llegó a ser uno de los guionistas de cine más
solicitados, Julio Alejandro de Castro, aragonés como
su amigo Luis Buñuel con quien trabajó en películas
como Nazarín, Viridiana
o Simón del desierto,
se quedó aterrado al regresar a España “porque
todo me sonaba a exabrupto y casi no entendía mi propio
idioma. España perdió el Castellano”, declaró
entonces.
“Acostumbrado al hablar sabroso y calladito
de México, todavía me estremezco ante el estilo
de los periódicos de aquí (…) declara este
escritor de teatro y poesía, capitán de navío
jubilado, que ha puesto diálogos a más de un centenar
de películas y prepara ahora su primera novela, La
llama fría”. (España
perdió el castellano, dice Julio Alejandro…
El Heraldo de México,
8 de noviembre de 1988)
Para su novela, partió de un guión
que escribió con Luis Alcoriza, Cárcel
de cristal, premiado para ser llevado al cine, lo que
nunca se hizo.
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Silvia Pinal en Simón
del desierto
(Dir. Luis Buñuel, 1964)
Colección IMCINE |
De su regreso a su tierra natal Julio Alejandro
comentó: “Volví para cerrar el círculo,
visto lo que habían sufrido Luis Cernuda y tantas otras
gentes en México por tener que cerrar los ojos ante un
paisaje que no era el de su cuna”.
En México comenzó su colaboración
con Buñuel, cuando le llamó, a principios de los
50, para hacer Cumbres borrascosas,
“Pero la tragedia fue que al volver a leer la novela no
le gustó y sufrió mucho para hacer la película”.
Para Julio Alejandro, el último rollo de esa obra, Abismos
de pasión, —en la versión mexicana—
es espléndido, tal vez “lo mejor que haya filmado
en su vida Luis Buñuel”. Otras películas
importantes en las que participó fueron: El
tejedor de milagros (Dir. Francisco del Villar, 1961);
Los cuervos están de luto
(Dir. Francisco del Villar, 1965); Los
recuerdos del porvenir (Dir. Arturo Ripstein, 1968) y
El muro del silencio (Dir.
Luis Alcoriza, 1971), por solo mencionar algunas.
Por otra parte, al referirse a su novela La
llama fría Julio Alejandro señaló
que la escritura salió “a veces a borbotones y
otras con un esfuerzo tremendo. [En su opinión, una novela]
tiene que brotar del estómago, como nacen los hijos,
de una noche de amor, de una borrachera o de una reconciliación”.
El 5 de septiembre de 1989, se anunció
que la Universidad de Zaragoza preparaba un libro con poemas,
textos y guiones de cine de Julio Alejandro y que no hacía
mucho, había publicado un libro antológico con
la poesía del escritor.
“Julio, asaeteado por las malas nubes
de esta ciudad y la altura y el cansancio de haber vivido muchas
aventuras y haber escrito películas, óperas, poemas,
teatro y canciones; cuando todo eso se sumó dentro de
esa cabeza fenomenal, se fue a buscar los aires y las aguas
del Mediterráneo, que es un buen mar para los cultos”.
(Esquina bajan, Julio Alejandro.
Por Paco Ignacio Taibo I. El Universal,
sección espectáculos, 6 de septiembre, 1989)
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Arduino Dino
Maiuri, Irasema Dilián y Julio Alejandro de Castro.
Cinema Reporter. No.
794, 3 de octubre de 1953. P. 7
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Afincado definitivamente en España,
publicó un personal Breviario
de los chilindrones (1985), donde evocaba la gastronomía
de su lugar de origen; el poemario Singladura
(1987); la obra teatral Y un día
me dijiste (1989), así como el volumen Fanal
de popa (1989), que recoge una amplia antología
de su obra que incluye diversos textos inéditos
El trabajo creativo de Julio Alejandro de Castro
fue reconocido con el Ariel
de Plata en 1958, por la Mejor Adaptación por Feliz
Año, amor mío (Dir. Tulio Demicheli, 1955)
y nominado en varias ocasiones para las Categorías de
Mejor Argumento Original o Mejor Adaptación entre 1954
y 1976 por sus trabajos en Un divorcio
(Dir. Emilio Gómez Muriel, 1952); El
gran autor (Dir. Alfredo B. Crevenna, 1953); La
ciudad de los niños (Dir. Gilberto Martínez
Solares, 1956) y El hombre del
puente (Dir. Rafael Baledón, 1975).
GUIONES PUBLICADOS
1971: Tristana,
Barcelona, Aymá.
1995: Viridiana, Madrid,
Alma/Plot.