ALCORIZA de la Vega, Luis
Badajoz Extremadura, España, 1918
Cuernavaca, Morelos, México, 1992
 
Cinelandia. No. 421, 29 de noviembre de 1975. P. 17

ineasta, guionista, argumentista y actor. Nació el 5 de septiembre de 1918 en Badajoz, España, en el seno de una familia dedicada al teatro. Murió en Cuernavaca, Morelos, el 4 de diciembre de 1992. La Guerra Civil Española obligó a la familia Alcoriza a viajar a América. Luis Alcoriza llegó a México con la compañía teatral de su padre en agosto de 1939, después de una odisea que llevó a su familia por Africa, Brasil, Argentina y Centroamérica. En su visa expedida en el Consulado de México en Guatemala quedó asentado que contaba con 21 años, que nació en 1918 y que su ocupación era el de artista de comedia.

Durante el trayecto, Alcoriza le confió a un mexicano que iba en el grupo que no se sentía a gusto, que no le gustaban los lugares que iban pasando, y el otro invariablemente le respondía: “Espérate a llegar a México. Esa es tu tierra”. Y sí, dijo en una entrevista, “aquí me he sentido como pez en el agua desde que llegué.

“—¿Qué es lo primero que hace, profesionalmente, al llegar a México?

—Como mi padre estaba arruinado y ya no era empresario, tuvimos que ponernos a dieta. Recuerdo —dice Alcoriza— que vivíamos en el hotel Dos mundos, en la calle de Allende, era un hotel de paso a donde iban prostitutas y amantes furtivos; comíamos por un pesito en los famosos cafés de chinos y en fin, pasamos una época muy difícil antes de que consiguiera colocarme en el Teatro Ideal, en donde me quedé de planta al lado de la siempre adorada Anita Blanch”.

El joven Luis Alcoriza debutó como actor en el teatro y el cine mexicano en 1940. La tradición familiar, sus propias inquietudes artísticas y la buena época por la que atravesaba en ese momento la industria cinematográfica, llevaron a Alcoriza a incursionar en otros campos: Guionismo y dirección.

En el campo de la actuación Alcoriza participó en 15 películas, tales como: La torre de los suplicios (Dir. Raphael J. Sevilla, 1940); Naná (Dir. Celestino Gorostiza, 1943); Reina de reinas (Dir. Miguel Contreras Torres, 1945); La Casa de la Troya (Dir. Carlos Orellana, 1947); Flor de caña (Dir. Carlos Orellana 1948); La liga de las muchachas (Dir. Fernando Cortés, 1949) y El gran calavera (Dir. Luis Buñuel, 1949).

Archivo General de la Nación,
Grupo Documental 201, Departamento de Migración

Su matrimonio, en 1946, con la actriz y guionista Janet Riesenfelds (que utilizó los seudónimos de Raquel Rojas y Janet Alcoriza) varió el curso de su trayectoria artística, a partir de entonces decantada hacia la escritura de guiones.

En 1946 Norman Foster, director norteamericano residente en México, dirigió El ahijado de la muerte, basado en un guión de los esposos Luis y Janet Alcoriza (Janet Riesenfelds-Dunin / Raquel Rojas).

 

De Norman Foster Alcoriza recordaba: “…Un gran director norteamericano que adoraba México y vino a trabajar aquí. Él fue quien me enseñó los rudimentos de la construcción de un argumento, al estilo Hollywood desde luego: muy exigente y preciso en el ritmo y el diálogo, en el planteo, en tener siempre orientado al público y no sacarlo del hipnotismo de la imagen. Todo eso lo aprendí con Foster”.

En 1949 su trabajo como actor propició su encuentro con Luis Buñuel produciendo su primera colaboración al adaptar junto con su esposa la pieza de Adolfo Torrado de la que surgirá el filme El gran calavera, en el que Alcoriza también actuó. Director y guionista formaron una fructífera mancuerna durante toda la década de los cincuenta, colaborando en películas como Los olvidados, El bruto, Él, La muerte en este jardín, El ángel exterminador, y otras, periodo en el que Alcoriza también escribió historias para la compañía productora de Antonio Matouk.

En 1960 debutó como director, basándose en un guión propio: Los jóvenes a las que siguieron Amor y sexo (1963), El gángster (1964), La puerta (1968), El oficio más antiguo del mundo (1968), El muro del silencio (1971), Presagio (1974), Las fuerzas vivas (1975), A paso de cojo (1978), Han violado a una mujer (1981), El amor es un juego extraño (1983), Lo que importa es vivir (1986), Día de difuntos (1988). Su doble labor de guionista y director lo llevó a crear una obra cinematográfica extensa y de calidad. Su trabajo de escritor para el cine comenzó en 1946, y no terminaría sino hasta 1996, aún después de su muerte. Alcoriza logró grandes éxitos en el género de la comedia negra. Igualmente incursionó en la televisión.

Fue nominado al Oscar por su película Tlayucan (1962), la cual obtuvo la Diosa de Plata, al igual que Tiburoneros (1963), Paraíso (1970) y otras. Recibió dos Arieles por coautoría de historia original y adaptación de Los olvidados en 1951, y por historia original y dirección de Mecánica Nacional, en 1973. En 1974 obtuvo dos Arieles, al mejor argumento y mejor adaptación por Presagio (argumento de Gabriel García Márquez). Obtuvo el Premio del Festival de Venecia por Tarahumara (1965); y el Goya de España por Lo que importa es vivir (1988), y la Medalla Salvador Toscano al mérito cinematográfico de RTC en 1992.

David Carpio, Julio Aldama y Alfredo Varela Jr.
en Tiburoneros (Dir. Luis Alcoriza, 1962)

A la pregunta de: “¿Se requiere alguna cualidad especial para ser guionista?, Alcoriza respondió:

—Eso sí no sé. Fórmulas no sé. Lo que sí te puedo decir es que es muy difícil y lleva mucho tiempo. Buñuel decía que era imposible hacer un guión perfecto, y García Márquez lo mismo. En los artículos que Gabriel escribió para un curso de cuento que está dando en Cuba, dice que el guionismo es espantoso. El diálogo, por ejemplo, no debe ser gratuito, ni explicativo, ni excesivo, ni tampoco telegráfico. La medida del diálogo en el cine es tremenda si se quiere hacerlo bien, mal lo puede hacer cualquiera. Por eso creo que ya no hay guionistas hoy en día; los pocos que existen tienen mucho trabajo y, evidentemente, no se dan abasto”.
De su relación de trabajo con Buñuel, Alcoriza detalla:

Diva: Usted ya es un prestigiado guionista y adaptador cuando comienza su relación con Buñuel, ¿cuándo y cómo empieza a trabajar con él?

Alcoriza: La fecha no la recuerdo. Ya había vendido la adaptación de El gran calavera y un hombre maravilloso, un productor que nos levantó a nosotros y a muchos más, Óscar Dacingers, se la dio a Buñuel. Trabajamos un poquito en algunas correcciones, agregamos ideas que se le ocurrieron a él, y así comienza.

Después hicimos Los olvidados, que ahora resulta que la hizo todo el mundo. Todos los días leo de alguien que colaboró en Los olvidados, de lo que yo no me enteré pero en fin, y es más, hay una cosa que a mi mujer le pone frenética: Yo había estado muy enfermo de unas amibas espantosas, el médico equivocó el diagnóstico y estuve a punto de morir. Apenas estaba convaleciendo cuando Buñuel casi me sacó de la cama, me subió a un coche. Tuve que ir al Paseo de la Reforma (en donde estaban filmando la escena en que los chicos torean), para hacerle unos diálogos que le faltaban. Y ahora resulta que todo el mundo participó en la película.

Escena de Los olvidados (Dir. Luis Buñuel, 1950)
Programa Cineteca Nacional. Mayo de 1980, P. 6

A quien sí llamaron fue a Pedro de Urdimalas, para que corrigiera algunos diálogos. Él decía: “Esta frase no se usa aquí, queda mejor esta otra”, añadió dos o tres dicharachos y nada más. El crédito que le correspondía era el de diálogos adicionales, pero la película le horrorizó de tal manera que él mismo pidió que no se le nombrara. Pero en la obra, obra, ni Cristo se metió, nada más nosotros: Buñuel y Yo”. (La amistad como forma de vida. Por José Luis Martínez S. El Nacional, sección espectáculos, 6 y 7 de diciembre de 1992. PP. 9-13 y 20 respectivamente. Originalmente publicada en la revista Diva).

El Nacional. 6 de diciembre de 1992. P. 9


GUIONES PUBLICADOS

1964: El ángel exterminador, Barcelona, Aymá.

1973: Los olvidados, en L’Avant-Scéne du cinéma, No. 137.