VILLAURRUTIA González,
Xavier México D. F., 1903 México
D. F., 1950 | |
| Foto de: Manuel Álvarez
Bravo Revista de Revistas, año XXII, No. 1143, 10 de abril de 1932.
P. 25 |
oeta,
dramaturgo, ensayista y crítico; además de adaptador, creador de
diálogos y guiones de cine. Nació en la Ciudad de México
el 27 de marzo de 1903. Se quitó la vida, en la misma ciudad, el 25 de
diciembre de 1950: “Creyó que todo se podía decir y encerrar
según lo ya hecho, partidario de la mejor tradición (…) Dentro
de esa jaula, todo: la muerte, lo primero, anterior a la vida. La midió,
la encerró hasta la encerrona final y aún allí, la recortó
elegantemente en un quite preciso, tocándole la testuz la mañana
de Navidad, con la medida que tenía para todas las cosas, hasta para la
sal y el acíbar que supo destilar con estilete.
“—¿Ven
qué fácil es lo más difícil?— (nos dejó
dicho, impasible)” (Max Aub ve a tres jaliscienses
del 18 y a Xavier Villaurrutia. Siempre!,
No. 735. La cultura en México, No.
284, 26 de julio de 1967. P. VI).
Xavier Villaurrutia
perteneció a una generación de escritores empeñados en hacer
de la escritura un renovado instrumento de expresión. Villaurrutia cultivó
desde el género que en ese momento era el más nuevo, el guión
cinematográfico, hasta el relativamente tradicional, el periodismo literario,
al que le infundió los rasgos del ensayo.
Junto
con Salvador Novo, fundó la revista Ulises
(1927-1928), y con otros dramaturgos como el mismo Novo, Gilberto Owen, Julio
Jiménez Rueda y Manuel Rodríguez Lozano, fundó el Teatro
de Ulises (1928), patrocinado por Antonieta Rivas Mercado. Fue uno de los
principales promotores de la revista y del grupo Contemporáneos
(1928-1931).
Realizó sus estudios de
primaria y secundaria en el Colegio Francés de la Ciudad de México.
Cursó estudios de jurisprudencia, los cuales abandonó para dedicarse
por entero a las letras. Su primera publicación de poemas, Reflejos,
se remonta a 1926. Becado por la fundación Rockefeller,
estudió arte dramático en la Universidad de Yale (1935-1936). Escribió
en las revistas Letras de México (1934-1947),
publicación literaria que abundó en estudios críticos que
auscultaron la historia literaria de México, desde la etapa virreinal.
Otra de las revistas literarias en donde incursionó fue El
hijo pródigo (1943-1947). Fue profesor de literatura castellana
y mexicana en las escuelas Preparatoria y de Verano de la Universidad Nacional
Autónoma de México. Se desempeñó como jefe de la sección
de teatro del Departamento de Bellas Artes.
Es
autor de poesía: Reflejos (1926), Nocturnos
(1933), Nostalgia de la muerte (1938) y Canto
a la primavera y otros poemas (1948); de prosa: Dama
de corazones (1928); y de teatro: Parece mentira
(1934), ¿En qué piensas? (1934),
Ha llegado el momento (1934) y El
ausente (obras en un acto, recogidas en Autos
profanos, 1943); La hiedra (comedia,1940),
Invitación a la muerte (drama, 1944),
El verbo candente (1945), El
solterón (1945), La mulata de Córdoba
(1948), entre otras.
“Desde la fundación
de la revista Hoy [1937] Xavier Villaurrutia
colaboró en ella como crítico de cine [con la columna Crítica
cinematográfica, que también aparece bajo el nombre de Películas
de actualidad]; sus reseñas de los estrenos cinematográficos
eran agudas, ingeniosas; se alejaban siempre de lo fácil, de lo trivial;
descubría en cada película un motivo para hacer un ensayo de minúsculas
proporciones; acertaba con frases ingeniosas, aunque fuesen algunas veces despiadadas;
se recuerdan todavía no pocas de esas epigramáticas sentencias.
Fue él quien calificó ciertas películas norteamericanas (y
mexicanas) como ‘no aptas para mayores’; jamás estuvo ausente
de su sección el buen gusto; el estilo de un escritor refinado, la cultura
de un hombre de amplias lecturas, el ingenio de un humorista acerado, aparecieron
siempre en esas notas periodísticas”. (Xavier
Villaurrutia, crítico. Por Rafael
Solana. Cuadernos de Bellas Artes. México,
D.F., Año I, No. 5. Diciembre, 1960. P. 15).
En
el ámbito teórico y práctico de la cinematografía,
pueden citarse como ejemplos: la adaptación de su obra La
mujer legítima (1942), llevada al cine en 1945, y el guión
que realizó para La mulata de Córdoba
(1945), tema que también utilizó para una revista musical incluida
en el espectáculo Upa y Apa, asimismo,
como libreto de una ópera con música de José Pablo Moncayo.
|
Isabel Corona en La
mujer legitima (Dir. Juan J. Ortega, 1945 Colección Cineteca
Nacional |
Dentro de su
extensa obra también tenemos selecciones poéticas: Sonetos
de Sor Juana Inés de la Cruz (1931) y traducciones de Chéjov,
Leonormand, Gide, Blake y Romains; además de sus críticas y múltiples
ensayos recogidos en periódicos y revistas muchas de las veces firmadas
con seudónimos, tales como: Marcial Rojas,
El pez que fuma, Sebastián
Roca y Vixe. Dentro de los ensayos
relativos al cine podemos destacar: Grandeza del
teatro, servidumbre del cine; Música
canto y cinematografía y Teatro y cinematografía.
(VILLAURRUTIA, Xavier. Obras
Completas. México, Fondo de Cultura Económica, 1996).
Cabe
mencionar que la técnica del cine influyó en uno de sus relatos:
El amor es así, que lleva el subtítulo
de Cuento cinematográfico. Otras de
sus creaciones sobre crítica cinematográfica, se recogieron en la
revista Hoy (1937-1941); posteriormente en
la revista Así hasta 1943, fecha en
que aceptó el trabajo de corrector y adaptador de argumentos que le ofreció
la productora Films Mundiales encabezada por
Agustín J. Fink.
En El
cine y Xavier Villaurrutia, escrito por Efraín Huerta, se destaca
que: “A Xavier lo llamaron al cine poco después de que Rodolfo Usigli
hacía los diálogos para Resurrección,
y casi al mismo tiempo en que Mauricio Magdaleno formaba pareja inseparable con
Emilio Indio Fernández. Me parece que sólo dos obras originales
de Xavier Villaurrutia se llevaron íntegramente a la pantalla: La
mujer legítima que realizó Juan J. Ortega, y La
mulata de Córdoba, que dirigió Adolfo Fernández Bustamante;
La casa de la zorra la escribió Xavier
en estrecha colaboración con Luis G. Basurto, con quien trabajó
los diálogos de algunos otros filmes. Hay que acreditar al gran poeta desaparecido
los diálogos adicionales de El monje blanco,
la fina y elegante película realizada por Julio Bracho. (…)
“Al
cine ocurrió cuando se le llamó, destacando y brillando su trabajo
al lado del trabajo de Rafael Solana (hijo), Neftalí Beltrán, José
Revueltas, Jesús Cárdenas [Gavilán], Max Aub, Edmundo Báez,
Juan Bustillo Oro, Celestino Gorostiza, Adolfo Fernández Bustamante, con
quien tenía que haber hecho un viaje a Europa este año [1951], y
otros novelistas, poetas y dramaturgos (…).” (El
cine y Xavier Villaurrutia. Por Efraín Huerta. El
Nacional. No. 7835, 7 de Enero de 1951. P. 10). Más adelante, en
el mismo artículo, Huerta rememora algunas teorías de Villaurrutia
sobre el cine, a las que considera como “unas magníficas reflexiones
sobre el cine en relación con el teatro” (Idem). A su vez, el ensayo
Grandeza del teatro, fue recogido del volumen Textos
y pretextos, escrito por Villaurrutia hacia 1934:
“(…)
El cinematógrafo no es el enemigo del teatro. No es más que su vecino,
el vecino que, al menos por ahora, está necesitando del teatro para sobrevivir
en esta segunda infancia en que se halla desde que inesperadamente, en virtud
del vitáfono, se soltó hablando. En cambio, el teatro apenas si
ha sufrido pasajeramente la influencia del cinematógrafo. Los autores teatrales
que sintieron la necesidad, innecesaria, de llevar al teatro procedimientos cinematográficos,
han hecho bien en declarar que el teatro no les sirve como medio de expresión,
y harán mejor en dedicarse a escribir para el cinematógrafo. Con
la ausencia de autores de esta clase, el teatro moderno no pierde nada insustituible
y, en cambio, el cine puede enriquecerse (…)”. (VILLAURRUTIA, Xavier.
Textos y pretextos. Literatura, drama, pintura.
México, Fondo de Cultura Económica, La casa de España en
México, 1940. PP. 149-161)