VELÁZQUEZ
Chávez, Agustín
México, D. F., 1910 |
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CONSTANTINE Morán, Carlota.
Algunos datos sobre las actividades culturales de Agustín
Velázquez Chávez.
Editorial Libros de México, Páginas del
Siglo XX,
México, 1981. P. 44
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oeta,
editor y promotor cultural. Nació en la Ciudad de México, el 9 de
junio de 1910. Participó en la fundación de uno de los primeros
cine clubes en México. Agustín Velázquez Chávez escribió,
junto con Paul Strand el argumento de la película Redes
(Dir. Fred Zinnemann y Emilio Gómez Muriel, 1934).
Hijo
de Manuel Velázquez Andrade, fundador de la Escuela Nacional de Educación
Física, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria en 1922, donde
posteriormente obtuvo el grado de Bachiller de Artes, Ciencias y Letras, “su
afición cultural lo hizo acercarse al grupo de escultores, pintores, músicos
y escritores que con don José Vasconcelos inician en esta centuria el renacimiento
de nuestra cultura nacionalista y la dan a conocer al mundo”. (CONSTANTINE
Morán, Carlota. Algunos datos sobre las actividades
culturales de Agustín Velázquez Chávez. Editorial
Libros de México, Páginas del Siglo XX, México, 1981. P.
7).
Agustín Velázquez participó en
la fundación de la Casa del Estudiante Preparatoriano,
a través de El Grupo Preparatoriano 1920-1924.
Entre 1930 y 1931 colaboró en las Exposiciones Circulantes de Pintura Contemporánea
Mexicana en los E.U., auspiciadas por The American Federation of Arts, y en 1932
y 1933 organizó para la Dirección de Acción Cívica
del Departamento del Distrito Federal exposiciones trimestrales y anuales de pintura
infantil de los alumnos de los Centros Culturales de la ciudad a la que asistían
niños de la clase obrera.
En mayo de 1931 participó
junto con Emilio Amero y Agustín Aragón Leyva en la creación
del Cine Club de México, con la convicción
de que “el cine a ver y por hacer debe tener contenido social trascendente”
(Ibid. P. 10).
En 1932 trabajó en la Comisión
de Cine del Departamento de Bellas Artes de la Secretaría de Educación
Pública (SEP); “planea con Paul Strand una Serie
de Cine Educativo y una Serie Cinematográfica
de películas dramáticas sobre la vida del pueblo y escribe el argumento
de Redes. En febrero de 1934 se inicia su
filmación en Alvarado, Veracruz: la fotografían Strand y Rodakiewics,
y la dirigen Emilio Gómez Muriel y Fred Zinnemann. Al concluirla, se grabó
con música de Silvestre Revueltas. De gran éxito internacional,
premiada en la Exposición de Venecia en 1936, fue la primera película
mexicana estrenada en 1937 en la ciudad de Nueva York en el Film
Art Theatre” (Idem).
Producida por el estado,
Redes que inicialmente se llamó Pescados
fue tema del informe que rindió el primero de septiembre de 1934, al Congreso
de la Unión, el General Abelardo Rodríguez, Presidente de la República:
“(…) La película Pescados ha
sido tomada en diversos lugares del puerto de Alvarado; está concebida
desde un punto social definido y quiere expresar elementos dramáticos de
la vida de los pescadores de la costa tropical mexicana, genuinos y característicos
en su valor estético. Los actores, con excepción del personaje principal,
han sido seleccionados entre los pescadores de la región y son tipos característicos
de las mezclas raciales de la costa oriental. Las comparsas y los ‘extras’
son gentes del pueblo de Alvarado y de las riberas del Papaloapan. Su participación
en los sucesos que forman el argumento de la película es como una proyección
de la vida de ese pueblo. Entre los escenarios que por sus cualidades fotográficos
propias aseguran un buen trabajo técnico, han sido escogidos aquellos que
corresponden a realidades existentes en el medio geográfico donde se sucede
la vida diaria de los pescadores. El personaje principal, que no es un actor profesional,
fue escogido en el Estado de Veracruz (…)” (Ibid. P. 11)
En
1935, Agustín Velázquez continuó las actividades del Cine
Club México y dio conferencias en el Palacio de Bellas Artes, animadas
con exhibiciones de películas rusas y alemanas. “En 1936 y 1937 trabajó
con Celestino Gorostiza en el departamento artístico de Clasa
Films y escribe argumentos cinematográficos y escenarios; y para
Films de Artistas Asociados, adapta en 1938,
del notable escritor Rafael F. Muñoz, con el título Su
alteza serenísima el libro, Santa Anna: el que todo lo ganó y todo
lo perdió”. (Ibid. P. 12). Producción que no se llevó
a cabo.
Entre 1930 y 1940 publicó artículos
sobre arte, en los periódicos Nacional Revolucionario
y Excélsior; en las revistas Letras
de México, Revista Universitaria
de la Universidad Nacional Autónoma de México, Arquitectura y decoración,
Reforma Social, Revista de Revistas, Tiras de Colores
y Arquitectura y lo demás. De su trabajo como editor, entre 1935
y 1950 destacó su labor en: Agencia editora
mexicana, Cía., Editora y librera ARS,
Ediciones Arte Mexicano, Editorial
y Textos Modernos. En 1940 inició la serie de Poesía
Nueva Voz. Dentro de los libros que editó podemos mencionar, Bajo
el signo mortal, de Enrique González Martínez y A
la orilla del mundo, de Octavio Paz, ambos en 1942. Dirigió además
durante cinco años (1941-1945), los boletines México
News y Desde México, publicados
por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
En
1966, Velázquez Chávez editó Jardín
de poesía mexicana, donde reunió una selección de
la obra de 150 poetas mexicanos (129 poetas y 21 poetisas) que van del siglo XV
al Siglo XX. Además de que en 1971 publicó Poesías
completas de Alfonso Cravioto. De su obra como autor podemos mencionar:
Las Bellas Artes en relación con la función
del estado (1934), La noche (album
con seis dibujos, 1934); Índice de la pintura
mexicana contemporánea (1935), Tres
siglos de pintura colonial mexicana (1939), Tres
sonetos en la muerte de mi padre (1959) y
Poemas en la costa del sol (1975), entre otras.
De
esa intensa actividad cultural y de difusión Andrés Henestrosa dijo:
“Agustín Velázquez Chávez es bien conocido entre nosotros
por sus actividades editoriales, por sus libros, por los servicios que ha prestado
a las artes plásticas. Poeta él mismo, en otro tiempo editó
a los jóvenes, y divulgó la obra de los consagrados con verdadera
devoción. Pertenece a una familia de intelectuales y de editores de larga
fama en México…” (Ibid. P. 25).
Dada
la importancia histórica de la película Redes,
a continuación transcribimos el argumento de Agustín Velázquez
Chávez y Paul Strand (Suplementos culturales El
Nacional. No. 264, 17 de mayo de 1936. P. 3):
“El
mar, nubes, cielo, mar. Un pescador de la costa tropical. MIRO (Silvio Hernández),
cara sana, tostada por el sol, en vano busca pescado. Todavía no llega
la temporada. EL ZURDO (Antonio Lara), su amigo y compañero se le une.
En los muelles, MIGUEL (Miguel Figueroa), intercede por sus camaradas. La respuesta
es la misma “No hay trabajo ni siquiera para uno”…
Miro
va al entierro de su hijo. Lo acompaña su mujer, sus amigos. La pequeña
caja blanca baja a la fosa… Y surge la protesta amarga: “No es justo
que un hijo muera; porque su padre no tuvo dinero para curarlo”. Después
las nubes, botes viejos, la indolencia y la miseria de siempre…
Llega
el pescado. La temporada se avecina. Alegría, gritos, regocijo. Los pescadores
desembarcan. Chicos y grandes arrebatan el pescado que es su vida. Pero, en la
casa de DON ANSELMO (David Valles González), las próximas elecciones
políticas enturbian el ambiente. Y JUAN GARCÍA SÁNCHEZ (Rafael
Hinojosa), el ambicioso candidato, propone a don Anselmo: “Si me eligen…
ya sabe… Pero para esas cosas, se necesita dinero”…
Se contratan
más pescadores. Ahora usan, “el bote grande y la red nueva”.
Miro, alegre, fuerte, ágil, es parte importante de la pesca. Rema, salta,
corre; se hunde en las agitadas aguas, jala, tira, ríe. Las redes apresaron
una abundante mancha de róbalo. Con ansia mortal, se debaten en ellas,
los plateados peces…
“Cuarenta y tres kilos;
cuarenta y tres kilos. Setenta kilos. Trescientos cuarenta kilos…”
Han terminado de pesar el pescado. Los pescadores están contentos. Que
buena redada. Discuten, charlan, bromean. El enamorado agrega: “Como sigamos
así, le pongo su casa a Elena”… Olvidan la avaricia de don
Anselmo y la ambición de Juan García Sánchez…
“¿Setenta
y dos centavos por diez horas de trabajo?” Interviene Juan García
Sánchez. La discusión con el Zurdo es agria. El enojo aumenta y
Miro amenaza: “Ya estamos cansados de políticos de paja”…
Los ánimos se encienden. Las amenazas prosiguen. Miguel interviene: “Cálmense,
cálmense, así han sido siempre las cosas”. Indignado Miro,
finaliza: “Sí, pero nosotros no somos pescados”.
Es
lúgubre el momento. Los pescadores tienden las redes. Los corchos penden
de ellas, y a través de las mallas pareciera que los hombres se encuentran
pescados. Rebelde, el Zurdo increpa: “Después de trabajar veinticinco
años en el mar por unos cuantos centavos… a un hombre se le humedecen
los sesos y se le seca el corazón”… Desesperado intenta destruir
las redes. “No, sería destruir a lo tonto; es necesario hacer algo,
pero necesitan ir todos los pescadores”. Miro los convoca…
Miguel,
el Zurdo, Miro, cien, doscientos, todos los pescadores de la ribera se reúnen
en las dunas. Las palabras de Miro, atronadoras, justas, inequívocas, se
callan por el ruido de los aplausos… “Estemos siempre juntos. Suframos
juntos. Compañeros: Que la lucha comienza mañana, en la primera
pesca”. Sí. Miro. ¡Bravo, bravo! Claman todos los pescadores
y aplauden… Sólo Miguel no está conforme...
En
casa de don Anselmo, han triunfado la avaricia y la ambición. Doscientos
pesos y una buena lengua intrigan y conspiran…
Sobre
la casa de Miro se dibujan las sombras de las redes. Separando a sus compañeros,
aguarda que vuelvan de la pesca. Cuando llegan: siguen juntos los que sufren juntos.
Miguel no se les une. Entonces se rebelarán, pelearán, lucharán.
No han de entregar el pescado “hasta que le pongan buen precio”. Miro
ataca, Miguel se defiende. La pelea es general…
Confusión,
temor. Don Anselmo y Juan García Sánchez enfurecen. “Ahora
hay que intervenir para siempre”… Sombras, tinieblas. El candidato
se decide a obrar. La pelea es dura. Miro lucha. Desde las sombras Juan García
Sánchez observa. Miro, Miro es el que gana, y de pronto… cae…
cae herido. ¿De dónde partió el disparo? Una silueta se confunde
en las sombras que la ocultan. La lucha se detiene…
“Vamos
a llevarlo a la piragua”, pide El Zurdo. “No tengo nada”, dice
Miro con voz agonizante. Y la piragua se pierde en la distancia. Miguel y los
suyos permanecen en el lugar de la pelea. “No tenían armas”.
Miguel se intriga. “¿Cómo es que fue el disparo?…
Llegan
los soldados. Con ellos don Anselmo y Juan García Sánchez. “¿Por
qué no registran a todos lo que están aquí?”, es el
grito de protesta de Miguel. Pero Juan García Sánchez lo amenaza
y no lo deja hablar. Después, la disculpa es la misma: “Al pescado
no le ha pasado nada. Los culpables huyeron”. Y la perfidia intenta su última
celada. Miguel y sus compañeros reciben la paga de Miro y los suyos…
“Pero
no somos vendidos, ni mucho menos ladrones”… Dice Miguel con airado
grito a El Zurdo. Y ante el cadáver de Miro, agrega: “Lo que pasó
hoy nos hizo despertar”. Después, reconciliados todos los pescadores,
su palabra fuerte, profética, exclama: “Vamos a castigar a los que
lo mataron. Que se nos una el pueblo. Que la gente vea, cómo es la opresión
en que vivimos”…
Triste, lúgubre, melancólica
es la marcha que acompaña la piragua con el cadáver de Miro. Primero
una, luego dos, tres. Todos se unen al cortejo. Los pescadores abandonan la tarea.
De las riberas surgen más piraguas. Diez, quince, veinte, todo un desfile
de piraguas que como una sola masa van al pueblo; y la belleza de su fuerza, como
su lucha y su causa, tiene la majestad imponente, de una inmensa ola que barre
las arenas de la playa…