ROJAS González,
Francisco
Guadalajara, Jalisco, 1904
Guadalajara, Jalisco, 1951 |
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ROJAS González, Francisco. La
venganza de Carlos Mango,
México, Col. Lecturas Mexicanas, Secretaría
de Educación Pública.
Contraportada
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nvestigador
social, etnólogo, ensayista, cuentista, novelista y argumentista
de cine. Nació en Guadalajara, Jalisco, el 10 de marzo
de 1904. Murió en la misma ciudad, el 11 de diciembre
de 1951.
Realizó sus estudios primarios en La
Barca, Jalisco. Estudió Comercio y Administración
en la Ciudad de México y Etnografía en el Museo
Nacional. Fue canciller en Guatemala y cónsul en Salt
Lake City, Denver y San Francisco en los Estados Unidos de Norteamérica.
En 1935 se retiró del Servicio Exterior e ingresó
al Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). Rojas González
colaboró en las siguientes obras: Cuatro
cartas de geografía de las lenguas de México,
Estudios etnológicos del
Valle del Mezquital, Estudio
etnológico de Ocoyoacac, Los
zapotecas, Los Tarascos,
Casta etnográfica de México
y Atlas etnográfico
de México. Fue redactor de la revista Crisol
y colaboró en los principales diarios y revistas del
país.
De su obra literaria podemos mencionar el cuento
Historia de un frac (1930),
llevada al cine en Hollywood en 1942, sin darle crédito,
por lo cual acusó de plagio a los productores: “…fue
plagiada para el argumento de Seis
destinos, famosa película de Duvivier que produjo
la Fox. El verdadero autor [Francisco Rojas González]
demandó a la casa norteamericana y logró que ésta
reconociera el plagio; pero no obtuvo la indemnización
a que tenía derecho porque esa empresa echó las
culpas al coproductor y este resultó insolvente (…)”
(Tiempo. Vol. V, No. 129,
20 de octubre de 1944. P. 35).
También es autor de los cuentos: El
pajareador, Ocho cuentos
(1934), Chirrín y la celda
18 (1944), Cuentos de ayer
y de hoy (1946), La última
aventura de Mona Lisa (1949) y El
diosero (edición póstuma, 1952). Las novelas:
La negra Angustias (1944),
realizada en 1949 por Matilde Landeta; Lola
Casanova (1947), también llevada a la pantalla
grande por la misma realizadora en 1948. Además de otras
publicaciones de ensayos: Sobre
la literatura de la Revolución (Crisol,
mayo de 1934); El cuento mexicano
su evolución y sus valores (Tiras
de Colores, n úmeros 34 y 35, 1944); Por
la ruta del cuento mexicano (México
en el Arte, n úmeros 10-11, 1950) y 12
monografías (Etnografía
de México, 1947).
En 1944 Francisco Rojas ganó el Premio
Nacional de Literatura: “Los jueces (…) se
decidieron por La negra Angustias,
novela de la que es autor Don Francisco Rojas González.
En lo que se refiere a su novela Lola
Casanova se sabe que: “Desde hace mucho tiempo,
Matilde Landeta había estado empeñada en dirigir
Lola Casanova, argumento
cinematográfico basado en la novela del mismo nombre
del escritor mexicano Francisco Rojas González. Por lo
que usted quiera y mande (o sea por finanzas y determinados
obstáculos) la audaz mujer había visto frustrados
sus propósitos. Ahora ya tenemos por fin en los foros
de los Churubusco, convertida
en la segunda mujer que se atreve a dirigir una película;
y una película, afortunadamente, que será todo
un taquillazo.
‘Si Matilde no hace Lola
Casanova, estoy dispuesto a recobrar los derechos de
mi novela’, había dicho en forma terminante Paco
Rojas González. Y lo hubiera hecho, de no haberse apresurado
los trabajos de filmación y la contratación de
todos los elementos técnicos y artísticos.
“(…) Matilde está más
que contenta, y como dice Pedro Vargas, ‘muy agradecidos,
muy agradecidos…’ Matilde ha dejado de sufrir y
todos confiamos en que la dinámica e inteligente mujer,
que trabajó años de años como ‘script-girl’
[Script-girl.- Anotador de director que apunta durante el rodaje
las circunstacias de filmación que concurrieron en cada
escena, ordena los números de escena en la pizarra y
apunta los diálogos de los autores para que concuerden
posteriormente; scrip girl
(CARDERO, Ana María. Diccionario
de términos cinematográficos en México.
México, UNAM / ENEP Acatlán, 1989. P. 30)] y como
asistente de director, demuestre que también las mujeres
saben de cine, y no sólo los Gavaldones,
los Indios, los Brachos
y los Oroles…”
(En los estudios de México.
Exhibidor de México.
Tomo III, No. 18, julio-agosto, 1948. PP. 3 y 4).
Después del fallecimiento del escritor,
Manuel Barbachano produjo de manera independiente la película
del realizador Benito Alazraki, Raíces
(1953): “(…) sería una excelente película
si hubiera sido filmada con toda clase de facilidades, subvenciones,
estrellas, material técnico, y no solo por haber sido
filmada con dificultades y esfuerzo.
“La historia es todo un argumento cinematográfico.
El director Benito Alazraki: el héroe de esta jornada
era amigo casi inseparable del escritor desaparecido Francisco
Rojas González, ‘Una especie de secretario en sus
investigaciones antropológicas’ —aclara Alazraki—
al salir a la luz el libro de cuentos indígenas de Rojas
González que se titula El
Diosero, Alazraki: Pensó en usar la experiencia
que tenía como productor en Enamorada
para hacer una película con cuatro de los cuentos
contenidos en dicho libro.
“El joven productor —escasos veintiséis
años eran los de su edad— quiso ingresar al sindicato
de directores y su petición fue rechazada, como suele
ocurrir siempre. Alazraki pensó entonces hacer su película
con el STIC [Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica].
—Era una gran ventaja, —dice—,
no tener que cargar con toda la maquinaria de estudios, staff,
estrellas, etcétera.
“Cinco años sin embargo, se pasó
el ahora director triunfante con las sucesivas adaptaciones
de su película bajo el brazo, la devolvían: los
líos sindicales son cosa muy seria. Otros sonreían
con esa expresión de indulgencia que se reserva para
los definitivamente ‘chiflados’. Pero todo Cristóbal
Colón encuentra un día u otro su Isabel la Católica,
y Alazraki dio con ella en la forma valiente y recia de Manuel
Barbachano Ponce.
—Aún pienso que es un verdadero
milagro que hubiera tenido fe en mí. Con el dinero que
de su propio bolsillo sacó para Raíces,
le habría bastado para hacer un ‘taquillazo’
de Pedro Infante.
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Varios de los cuentos de la antología
La venganza de Carlos Mango
(1952) fueron aprovechados en la película Raíces
(Dir. Carlos Velo, 1953)
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“Benito, que se había ‘pegado’
a Emilio Fernández durante diez años y al que
Carlos Velo había iniciado en los misterios de la religión
cinematográfica, se lanzó a la aventura con un
equipo humano reducido, pero dispuesto a todo (…)”.
(Raíces de un árbol
nuevo. Por Paulita Brook. México
Cinema, No. 135, 11 de septiembre de 1954. P.P. 21-23).
Después de su muerte, Djed Borquez publicó
en la Revista Universidad de México,
la siguiente semblanza del escritor:
“He de hacer una rápida semblanza
de Francisco Rojas González. Lo conocí en Guatemala
por allá en 1922, cuando él se había iniciado
en el servicio diplomático, empezando por el cargo menor
de canciller de un consulado. Estaba Rojas en su primera juventud
(…) Era un muchacho imberbe, estudioso y lleno de ilusiones.
Buen conversador, se hizo muy pronto de numerosos amigos. Sentía
predilección por tratar a los revolucionarios mexicanos
y no perdía oportunidad de oírles referir sus
hazañas. Rojas manifestaba desde entonces una enorme
simpatía por todo lo que fuese esencialmente mexicano:
Las canciones románticas y los corridos, el alegre taconeo
del jarabe tapatío y el producto elaborado del maguey
que crece en Jalisco.
“Entre sus parientes viejos contaba a
dos notables escritores, a quienes admiraba y eran su orgullo:
don José López Portillo y Rojas, y el periodista
que presidió el Constituyente de Querétaro, Luis
Manuel Rojas. Fui testigo de la estimación que le tenía
Luis Manuel, quien a menudo me hablaba con encomio de su sobrino.
Rojas González había iniciado sus balbuceos literarios
en un pequeño círculo que en la Secretaría
de Relaciones formó el escritor y poeta Juan B. Delgado.
Entre sus compañeros estaban Luciano Joublanc Rivas,
Armando Amador, Agustín Granja Irigoyen y el autor teatral
Guz Águila [Antonio
Guzmán Aguilera].
“Durante su estancia en Guatemala, Rojas
González afinó sus dotes de observador, se hizo
todavía más mexicano y tomó gran cariño
a los indios, que en caravanas llenas de color y de brillantes
reflejos desfilan rumbo al mercado. De allá volvió
decidido a seguir sus estudios literarios. Pronto iba a publicar
su primer cuento.
“Desde la aparición de La
historia de un frac que sirvió a un aventurero
judío para realizar una película famosa con el
título de Seis destinos,
Rojas González publicó en revistas y diarios,
y después en libros, una cantidad considerable de cuentos.
Tenía gran facilidad para tratar este género literario.
Los producía a raudales, llenos de gracia y de intención.
Bastaría recordar aquel de Voy
a cantar un corrido… para reconocer en Rojas González
al mejor cuentista de México (…)
“Por sus méritos en el campo de
la divulgación científica y la sociología,
conquistó una plaza de Investigador en el Instituto de
Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional. Durante
varios años fue el discípulo predilecto de aquel
sabio que tanto quisimos, Miguel Othón de Mendizábal,
historiador y maestro a quien mucho deben la ciencia y la cátedra
en México.
“Esta es la síntesis de una vida
breve, pero fecunda. (…) (Semblanza
de Francisco Rojas González. Por Djed Borquez.
Revista Universidad de México.
Vol. VII, No. 73, enero de 1953. PP. 5 y 10).