HERNÁNDEZ
Sepúlveda, Mario Piedras Negras,
Coahuila, 1936 | ![](retrato.jpg) |
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Foto de Noemí González
González
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irector,
guionista y argumentista cinematográfico. Mario Hernández, nació
en la ciudad de Piedras Negras, Coahuila, el 8 de marzo de 1936. Al terminar sus
estudios primarios viajó a la ciudad de Los Ángeles, California,
donde se empleó en un hotel mientras estudiaba inglés. Poco tiempo
después comenzó a trabajar como reportero de la revista Cinegráfica,
especializada en cine, y realizó estudios de Dirección Cinematográfica
en la Universidad de Los Ángeles.
A su regreso a
México se integró a la industria fílmica e incursionó
como continuista en las cintas del director Ismael Rodríguez: Así
era Pedro Infante (1963), El niño y
el muro / El niño, la pelota y el hoyo
en el muro (1964) y Autopsia de un fantasma
(1966). De manera alterna, Mario Hernández inició su labor como
guionista con el mismo director en las películas: El
hombre de papel (1963), La mujer del carnicero
(1968) y Cuernos debajo de la cama (1968).
A
principios de 1970, debutó como director teatral de la puesta en escena
Un dios durmió en casa. Además,
colaboró en el guión de la cinta Emiliano
Zapata (1970) que dirigió Felipe Cazals, y en la que por primera
vez trabajó al lado de Antonio Aguilar. En 1972, Hernández principió
su labor como director en la película Valente
Quintero. A partir de ese momento Mario Hernández se convirtió
en el director, guionista y argumentista de cabecera de Tony
Aguilar, quien además de actuar era el productor de las películas.
Entre los filmes en los que trabajaron juntos se encuentran:
La yegua colorada (1972), La
muerte de Pancho Villa (1973), Peregrina
(1973), Simón Blanco (1974), El
rey (1974), El moro de Cumpas y el zaino de
Agua Prieta (1976), La muerte de un gallero
(1977), Soy el hijo del gallero (1977), Mi
caballo el cantador (1977), Sabor a sangre
(1977), Benjamín Argumedo (1978) y
La pistolera (1979), entre otras.
A partir de 1980 comenzó a dirigir los guiones de Xavier Robles, y realizó
¡Que viva Tepito!, cinta por la que
fue premiado como director en Rusia, China Nacionalista y Taiwán, además
de recibir el Ariel y la Diosa
de Plata. Al año siguiente filmó Las
noches del Blanquita (1981) y el documental Viva
México y sus corridos (1982), en el que también participó
como guionista.
Entre las películas que dirigió en la década
de los ochenta, destaca Noches de carnaval
(1981), por la que fue nominado al Ariel como
Mejor Director, y Ninón Sevilla ganó el Ariel
por la Mejor Actuación Femenina en 1982.
También
realizó Zapata en Chinameca (1987),
cinta que —según el guionista— fue censurada al cuestionar
el sistema político del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y tardó
dos años para poder ser exhibida. (El cine
debe reflejar el modo de ser y de pensar de los mexicanos. Por Patricia
E. Dávalos. El Sol de México,
sección espectáculos, 30 de junio de 1988. P. 1)
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Cartel de la película Zapata
en Chinameca Proporcionado por el escritor |
Al iniciar la década de los noventa,
Mario Hernández trabajó nuevamente al lado de Antonio Aguilar y
realizó Triste recuerdo (1990) y La
güera Chabela (1992), ambas basadas en los guiones de Hernández
y financiadas por Producciones Águila.
En 1993, escribió el argumento, el guión y se hizo cargo de la dirección
en la cinta La señorita, para la productora
Televicine, por la cual Jacqueline Andere recibió la Diosa
de Plata en 1994 a la Mejor Actuación Estelar Femenina.
Mario
Hernández también ha incursionado como escritor de telenovelas,
de las cuales han destacado Pueblo chico, infierno
grande (1996), por la que recibió el premio a la Mejor
Novela Original. En 2001, realizó el script
de Atrévete a olvidarme.
Actualmente
forma parte de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), del
Comité Ejecutivo de la Sociedad de Directores y del comité Ejecutivo
de la Sección de Directores, del STPC.
En entrevista
para Escritores del cine mexicano sonoro, Mario Hernández refirió
lo siguiente:
¿Por qué y cuando se involucró en el cine?
–Fue una vocación definitiva. Desde niño me gustaba dialogar
solo y cuando leí a Juan Rulfo dije que crearía historias como él.
Además, el cine me gustó desde que mi padre me llevó a ver
la película Historia de un gran amor,
protagonizada por Gloria Marín, de la cual se me grabó la imagen
rayada en la pantalla, que parecía como si lloviera.
¿Qué
es escribir para el cine?
–Es concebir el cine desde que es una idea.
El primer paso para hacer una película es visualizar una historia, después
ponerla en el papel y luego hacer la filmación.
¿Cree que el
guión es literatura?
–No necesariamente, porque el guión
es muy escueto, aunque puede tener algunos elementos de literatura y de poesía.
Pero creo que la literatura tiene otro lenguaje.
¿Cuáles son
los problemas estéticos y creativos a los que se enfrenta el guionista?
–La estética del cine como en la pintura se encuentra en lo visual.
Todo parte de un cuadro negro y para crear se trabaja con la luz, porque la luz
destaca lo que quieres enseñar. Esto en la industria subdesarrollada como
la nuestra, lamentablemente sólo queda en la teoría.
¿Cuál
considera su mejor guión?
–El que viene, porque con los anteriores
ya no queda nada que hacer.
(Entrevista para Escritores
del Cine Mexicano Sonoro, septiembre 2002)