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GÓMEZ
Coton, Alan
México, D. F., 1967
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Foto proporcionada por el escritor
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irector
y guionista. Nació el 30 de agosto de 1967 en la Ciudad
de México. Realizó sus estudios en el Centro Universitario
de Estudios Cinematográficos (CUEC / UNAM) de 1990 a
1994. Como prácticas académicas hizo los cortometrajes
La afectuosa voz (1991)
y El fin del comienzo (1992),
en formato de 16 mm.
En 1994 dirigió la obra teatral multimedia
Un día nublado en la casa
del sol estrenada en la Sala Julián
Carrillo, y producida por A. Algarra, el Instituto Nacional
de Bellas Artes (INBA) y la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM).
Ha trabajado para televisión como asistente
de dirección de Marcela Couturier en la serie Ciencias
Naturales I (1997–98), producida por la Unidad
de Televisión Educativa de la Secretaría de Educación
Pública (UTE–SEP). Participó en las series
TeleSEA: Familia, Comunidad y Sociedad
I (1997–98) y II
(1999), producidas por el Instituto Latinoamericano de Comunicación
Educativa (ILCE) y UTE–SEP.
Fue asistente de dirección de Juan Carlos
de Llaca en la cinta En el aire
(1993); de Conchita Perales en
Nicolás (1994–1995); de Rafael Montero en
Cilantro y perejil (1995–1996);
de Bertrand van Effenterre en Pili,
prince des rues; de Joyce Buñuel en Les
disparues de la Sierra Madre (1996-1997); y de Eric Civanyan
en Hold-up en L’air (1994).
Produjo el cortometraje Adela despierta,
Adela (Dir. Erika Oehler Grediaga, 1997).
Es el realizador y guionista del cortometraje
El viaje en paracaídas
(1994–1995) y de los largometrajes El
repartidor de pensamientos (1993–1997), Justina
en Estocolmo (inconclusa, 1999) y Sofía
(2000).
Alan Gómez Coton considera que escribir
para el cine “es una tarea muy difícil, muy larga
porque aparte de tener una buena historia tienes que pensar
en los factores de producción, sobre todo en México.
[...] Es una aventura, [...] un trabajo bastante complicado
ya que, hay que conciliar muchos intereses aparte de los tuyos,
propiamente creativos.”
Para Gómez Coton escribir un guión
cinematográfico es una necesidad pues se considera un
enamorado del cine; además, cree que cuando el guión
es del director hay mayor placer porque la película se
vuelve más suya: “Los guiones que más me
han gustado son aquéllos en que me puedo expresar más,
donde el productor no se metió tanto, y tuve una libertad
mayor para hacer lo que yo en ese momento quería.”
Piensa que el guionismo en México no
se encuentra en su mejor momento: “El guionismo en la
actualidad no me fascina, no veo grandes guionistas, veo directores
que tienen que escribir para poder hacer una película.
[...] Lo que pasa es que los guionistas son muy conscientes
de que tienen que vender su obra, entonces tratan de hacer todos
lo mismo, como vieron que pegó tal película todos
comienzan a escribir las mismas historias. No hay iniciativa
propia. [...] Yo creo que por eso no me gustan los guiones,
hacen cosas no para ellos como autores, hacen cosas como para
una producción posible, que nunca se da. Y luego los
guionistas se quejan de que nunca les hacemos caso, al final
acabamos haciendo los guiones nosotros [los directores].”
(Entrevista para Escritores del
Cine Sonoro Mexicano, mayo de 2001)