GAMBOA Iglesias, Federico México,
D. F., 1864 México, D. F., 1939 | |
| Revista
de revistas. Año XXII, No. 1144, 17 de abril de 1932. P. 43 |
scritor
y diplomático. Nació en la Ciudad de México
el 22 de diciembre de 1864. Murió en la misma ciudad,
el 15 de agosto de 1939. Escribió la novela que sirvió
de argumento para la realización de la primera gran película
con sonido óptico del cine mexicano Santa
(Dir. Antonio Moreno, 1931), además una versión
muda anterior (Dir. Luis G. Peredo, 1918) y ha servido para
la realización de tres versiones sonoras posteriores,
dos homónimas (Dir. Norman Foster, 1943; Dir. Emilio
Gómez Muriel, 1968) y una más bajo el título
de Latino Bar (Dir. Paul
Leduc, 1990), además de otras derivadas, como Hipólito,
el de Santa (Dir. Fernando de Fuentes, 1949).
Hijo
de un general que peleó contra el ejército estadounidense y una
hermana de José María Iglesias, Gamboa realizó una gran variedad
de actividades, todas ellas relacionadas en mayor o menor medida con la labor
literaria: ”Su hermano mayor, José María, lo colocó
como escribiente en un juzgado civil, ya que él mismo era juez. Después
pasó con el mismo cargo a otro de índole penal. También fue
corrector de pruebas de la revista jurídica El
Foro, cuyos directores eran Emilio Pardo, hijo, y Pablo Macedo; así
como cronista del Diario del Hogar, de Filomeno
Mata. Aquí empezó a cobrar prestigio bajo el seudónimo de
La Cocardière. Gamboa escribía
cuentos, crónicas sociales, comentarios teatrales y una sección
en el periódico, titulada Desde mi mesa.
Sus primeros versos paródicos, escritos bajo la influencia de Bécquer
y Gutiérrez Nájera, los publicó en el Rascatripas,
periódico de caricaturas. También colaboró en El
Lunes”. (CARBALLO, Emannuel. Federico
Gamboa. PP. 17-39. En: Escritores en la diplomacia
mexicana. Tomo I, México, Secretaría de Relaciones Exteriores.
363 PP.).
Su carrera diplomática inició en
1888, en calidad de segundo secretario de la embajada mexicana en Guatemala, cuando
Gamboa contaba con 24 años (Ibid., p. 18). En 1890 fue ascendido a primer
secretario de la legación mexicana en Argetina y Brasil y en 1894, al restringirse
los gastos en el presupuesto de egresos del gobierno federal la legación
se suprimió. Ya en México, ingresó fugazmente a la Secretaría
de Hacienda como oficial segundo de aduanas.
Dos años
después, reingresó a la diplomacia en calidad de jefe interino de
la sección de Cancillería de la Secretaría de Relaciones
Exteriores (SRE). Se casó con María Sagaseta. Fue profesor de la
Escuela Nacional Preparatoria, diputado al Congreso por el cuarto distrito de
Chihuahua (1908-1910) y subsecretario de Relaciones Exteriores. A la muerte de
su protector, Ignacio Mariscal, encabezó la Secretaría por un breve
lapso.
En julio de 1913, Victoriano Huerta lo designó
secretario de Relaciones Exteriores, puesto que ocupó durante mes y medio.
Ese mismo año el Partido Católico lo postuló como candidato
a la presidencia de la República: “El presidente Huerta le declara
entonces: ‘si usted triunfa, yo dispararé el primer cañonazo
contra usted’”. (Ibid. P. 26). En agosto de 1914, “Gamboa tuvo
que abandonar el país con rumbo a Estados Unidos. Salieron con él
su esposa, su hijo, su hermana Soledad, sus sobrinos, un sirviente japonés
y su perro Jack” (Idem). Residieron primero en Galveston, luego San Antonio,
Washington y Nueva York. Ahí se ganó la vida como traductor, copista
e intérprete. Su exilio continuó en Cuba donde se hizo cargo de
la subdirección de la revista La reforma social,
que dirigtía Orestes Ferrara.
En 1919 regresó
a México, donde ejerció el periodismo y la cátedra. Escribió
regularmente en El Universal y enseña
Derecho Internacional en la Escuela Libre de Derecho, Historia de la Literatura
Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras; Literatura Castellana en
la Escuela Nacional Preparatoria y en la Normal para Profesores; en esta última
tuvo, además, la jefatura de las clases de literatura. A la muerte de José
López Portillo y Rojas, la Academia Mexicana de la Lengua lo nombró
presidente, cargo que ejerció hasta su muerte [1924-1939]. De acuerdo con
una encuesta periodística, era el profesor más popular entre los
estudiantes.
En 1935, el escritor Mauricio Magdaleno evaluó
su obra con relación a su carrera diplomática y sus tiempos: “La
labor que a partir del año del 1886 desarrolla en la literatura nacional
Federico Gamboa, es una de las más denodadas que se hay ensayado en México.
Coincide con las expresiones más típicas que pone en uso el porfirismo,
y cuya atmósfera es la propia del novelista de ‘Santa’.
(…)
![](retrato2.jpg) |
Escritores en la diplomacia Mexicana.
Tomo 1, México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1998. P. 35 |
"Académico y positivista fue desde la lejana
mocedad, desde los días de reportero del ‘Diario
del Hogar’ y el semanario de Juan de Dios Peza, ‘El
Lunes’. La vida diplomática, que ejerce, también desde
la más temprana juventud, apenas determina influjos insignificantes en
su tarea literaria. Esta, entera se ocupa de asuntos nacionales, de problemas
nuestros, de dramas de aquí, no importa que cada una de las novelas que
va soltando con regularidad infatigable lleven, al pie, sellos de Guatemala, Buenos
Aires, Bélgica o Washington. Por ser exclusivamente mexicano su mundo,
pertenece Gamboa a la familia de historiadores de nuestro pueblo, que arranca
en Lizardi y culmina, ejemplarmente, en Azuela”. (De
tecoac al Centenario. El mediodia de Santa. VII. Por Mauricio Magdaleno.
El Nacional, 2a Sección. 2a época.
Año VI. Tomo XIV, 28 de enero de 1935. PP. 1 - 7).
Entre
su producción literaria se puede encontrar obras de teatro —La
última campaña (1894), La venganza
de la gleba (1904) A buena cuenta (1907)
y Entre hermanos (1928)— y los cinco
tomos de sus memorias, las cuales llevan por título Mi
diario (1907-1938) y constituyen un documento útil para la historia
del país y de las letras mexicanas. Entre sus novelas no sólo Santa
(1903) fue llevada al cine. La Llaga (1910)
fue adaptada en dos ocasiones, una de ellas en el cine mudo (Dir. Luis G. Peredo,
1919) y la versión de Ramón Peón, 1937. Por su parte el escritor
de Santa resumió en una entrevista
su sentir acerca de esta obra:
“—¿Santa
es su obra más querida?
—No, no la quiero más; lo que
sucede es que a ella le profeso una mayor gratitud porque en varias ocasiones
para mí muy aflictivas ha sido el único ser en el mundo que me ha
dado de comer desinteresadamente. A punto de agotarse la décima edición,
con la que se han completado setenta mil ejemplares vendidos, ya preparamos la
edición número once, que se compondrá de cinco mil volúmenes.
—¿Ha producido mucho dinero Santa?
—Cuando Germán Camus [productor] (que Dios goce) hizo de ella una
película muda, se me pagó una cantidad insignificante de dinero,
de sobra compensada con una enorme publicidad. En la segunda, cuando la hicieron
hablar y me la ‘flapperizaron’ contra todo mi gusto, me dejó
una suma aproximada de siete mil pesos no completos.
—¿Y en el
teatro?
—En el teatro sólo me ha producido aplausos y disgustos.
Los derechos irrisorios que pagan las empresas teatrales que he compartido con
los adaptadores, más que derechos habría que llamarles ‘torcidos’,
por su mínima importancia.
[…]
—Últimamente
me la difundieron por la radio sin decirme antes ‘agua va’, y sin
que después hayan cubierto los derechos que me corresponden.
Yo
he acudido ya a los tribunales en demanda de reparación y de justicia y
ellos serán los que digan la última palabra.” (Con
Don Federico Gamboa. Por Marión de Lagos. Revista
de revistas, No. 1322, 15 de septiembre de 1935. S/p).
Por su parte, uno de los realizadores que llevó a la pantalla una versión
posterior (Dir. Norman Foster, 1943) de la obra de Gamboa señaló:
“En este momento se está acabando de rodar
una tercera versión [de Santa], que
dirige Norman Foster. […] ha respetado la concepción y la trama del
libro. ‘Esta es la gran oportunidad –dice el director- de hacer películas
en México, en donde existen la libertad y el respeto necesarios para llevar
a la pantalla la obra de un novelista de prestigio sin necesidad de alterar su
pensamiento. Seguramente en Hollywood me habría visto obligado a convertir
a Santa en una mesera o en una cantante de
café para no ofender a las familias”. (Tres
veces Santa. Tiempo. Vol II, No. 47,
26 de marzo de 1943. P. 39).
![](cartel.jpg) |
El Nacional,
2da sección, 10 de abril de 1932. P. 4 |
Por
su parte el escritor y periodista Carlos Noriega Hope, adaptador de Santa,
recordaba el papel y la presencia del escritor durante la realización de
la versión de Antonio Moreno: “Don Federico llega al estudio y se
sienta cerca del escenario, observa callado las escenas, oye discreto las observaciones
técnicas de Antonio Moreno, y de vez en cuando saca su tabaquera, introduce
en ella índice y pulgar y extrae una pequeña dosis de rapé
que aspira […] sirve para distraerle de algunos trucos cinemáticos
que él no comprende y que desde luego él no empleó ni pensó
remotamente emplear al escribir Santa, pero
todo ello tiene una fácil explicación: el cine es el que hace las
imágenes literarias que no existen en la novela; muchos escritores actuales
para crear esas imágenes se inspiran en el cine; no es nada más
que el producto de la influencia decisiva que este nuevo arte ha ejercido sobre
la vida”. (MAZA, Luis Reyes de la. El cine
sonoro en México. México, UNAM, 1973. P. 253. En: Palabras
al viento. Cine y literatura en México (1917-1935). Por Gustavo
García Intolerancia, publicación
bimestral, No. 5, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Edit. Laud,
México. S/f. P.P. 2-11).
En la última etapa
de su vida tuvo la tranquilidad de la que en años careció: “Los
últimos años de la vida de don Federico fueron metódicos
y apacibles: la escritura de su Diario, las
sesiones de la Academia (que se celebran en su casa), las tertulias con los amigos,
el periodismo, el examen del guión de cine de su película Santa,
la asistencia frecuente al teatro y al cine, la visita a las librerías,
las dificultades que le provoca la vida tumultuosa de su hijo Miguel, la comparecencia
en los servicios religiosos…” (CARBALLO, Emannuel Op. cit.. P. 29).