GALLEGOS, Rómulo
Caracas, Venezuela, 1884
Caracas, Venezuela, 1969
 
Archivo General de la Nación.
Fondo Hermanos Mayo

ovelista, político, guionista de cine. Nació en Caracas, Venezuela el 2 de agosto de 1884. Murió en su ciudad natal el 5 de abril de 1969. Estudió Derecho en la Universidad Central de Venezuela. En 1912, fue nombrado Director del Colegio Federal de Varones, en el Estado Anzoátegui, pero regresó a Caracas al morir su padre. Allí trabajó como docente en el Colegio de Caracas, hasta 1930, año en que fue elegido senador de Caracas, pero, más tarde, dimitió como acto de protesta contra la dictadura del General Juan Vicente Gómez. A su regreso, en 1947, fue nombrado Ministro de Educación y, en 1948, fue el primer presidente de Venezuela elegido en una votación democrática. Siete meses después fue derrocado por Marcos Pérez Jiménez.

Se inició como escritor en la revista Alborada. En 1925 publicó La Trepadora. En 1929 escribió Doña Bárbara, la cual es una crítica al dictador Juan Vicente Gómez. En 1931 se marchó voluntariamente a Estados Unidos y, posteriormente, a España. En su exilio, escribió Cantaclaro (1933) y Canaima (1934). En 1936 regresó a Venezuela y publicó Pobre Negro. De 1952 a 1955 vivió en Morelia, donde escribió La brizna de paja en el viento. Más tarde, en la Ciudad de México, escribió El último patriota (1957). En 1958 retornó a su patria, donde fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura y fue electo miembro de la Academia de la Lengua.

En el momento en el que el cine venezolano comenzaba a dar sus primeros pasos, Rómulo Gallegos formó la Productora Ávila Films, “con el propósito casi obsesivo de filmar Doña Bárbara” (Las novelas de Rómulo Gallegos en el cine mexicano. Por Rodolfo Izaguirre. Unomásuno, sección espectáculos, 9 de noviembre de 1998). Por las condiciones de Venezuela y las indecisiones de su fundador, Ávila Films apenas pudo filmar un par de documentales y un largomentraje, Juan de la calle, que además fue el único guión escrito por Gallegos para el cine venezolano (Idem).

En noviembre de 1942, Gallegos llegó a México para asesorar la versión cinematográfica de Doña Bárbara. Unos años antes, un estudio de Hollywood había ofrecido 50 mil dólares por los derechos de filmación de la novela, pero su autor no aceptó ya que no se le hubiera permitido supervisarla (Tiempo. Vol. II, No. 30, 27 de noviembre de 1942. P. 35). Rómulo Gallegos trabajó directamente con Fernando de Fuentes, el director de la película, en la adaptación cinematográfica desde su llegada al país hasta febrero del siguiente año. El novelista también dio su aprobación para la locación veracruzana elegida para la filmación de la película, aceptó que los personajes hablarán “con acento mexicano” (Tiempo. Vol. III, No. 70, 3 de septiembre de 1943. P.P. 60-61), aunque Gallegos trajo algunos joropos venezolanos para musicalizar la película. Una de sus contribuciones más importantes a la película fue su elección de la protagonista: “después de fijarse en varias figuras del cine mexicano, escogió a la belleza escultural, arrolladora, de María Félix” (Idem).

Sobre el resultado final de la adaptación de su novela a la pantalla, Rómulo Gallegos comentó: “La adaptación del ambiente y del tipismo venezolanos al cine mexicano es un problema que requiere la máxima atención. Cuando una industria cinematográfica como la mexicana, ya mayor de edad, realiza un tema de otro país, ha de hacerlo con absoluta fidelidad hasta en los más mínimos detalles. (...) En la realización de Doña Bárbara se deslizaron muchas inexactitudes que chocaron al público de Venezuela. Allí no se utiliza el verbo platicar. (...) Hay que evitar a toda costa que se repitan estas inexactitudes en Canaima y Cantaclaro.” (Tiempo. Vol. IV, No. 83, 3 de diciembre de 1943. P. 45).

Archivo General de la Nación. Fondo Hermanos Mayo

Rómulo Gallegos hizo una segunda visita a México a fines de 1943. Ante el éxito de Doña Bárbara, otras empresas habían asegurado los derechos de Canaima y La trepadora, y su autor empezó a trabajar en la adaptación de la segunda en cuanto llegó a México. A pesar de sus críticas a la ‘mexicanización’ de los elementos venezolanos en Doña Bárbara, Gallegos tenía una actitud diferente ante la adaptación y modificación de sus otras novela y tomó en cuenta que el resultado final no sería una película venezolana. En el primer caso, modificó el papel de un personaje específico: “A fin de estrechar más los vínculos entre México y Venezuela, Gallegos piensa introducir una modificación en el guión de Canaima que acaso lleve a efecto: [...] el autor piensa en dar mayor relieve al personaje que interpretará [Joaquín] Pardavé, convirtiéndolo en un mexicano llevado a tierras orinoqueñas por su afán de aventuras y riquezas” (Tiempo. Vol. IV, No. 83, 3 de diciembre de 1943. P. 45). En el caso de la segunda película, Rómulo Gallegos estaba dispuesto a hacer cambios aún mayores: “En cambio La Trepadora —‘nombre simbólico del impulso de ascenso social de la clase popular’— es una obra más bien de orden social que nacional. Incluso es posible transplantarla íntegramente, en opinión de su autor, de la región cafetalera venezolana en que transcurre, a otra mexicana, que probablemente será Veracruz.” (Idem).

Las opiniones contemporáneas alabaron la calidad de las películas basadas en sus novelas: “las grandes novelas escritas por Rómulo Gallegos podrán convertirse —se están convirtiendo ya— en grandes películas” (Cine Continental, octubre de 1945. Año. I, No. 6. P. 34.). Sin embargo, su intento de escribir un guión “original” sin partir de una novela, no fue tan bien recibido: “Para un escritor de la fabulosa imaginación de Rómulo Gallegos, la pantalla será siempre un dique donde se estrelle su fantasía. Porque el cine, a pesar de su innegable fuerza expresiva, está sujeto a reglas mecánicas que no puede rebasar. La cámara fotográfica no es la pluma, ni la pantalla es la cuartilla. Las criaturas literarias no pueden moverse con la misma libertad que las cinematográficas. [...] ¡Qué diferente este Rómulo Gallegos de La señora de enfrente al Rómulo Gallegos de cualquiera de las novelas que le han hecho famoso! Inexpresivo, rebuscado, frío. Y si en efecto hay en su obra calidad literaria, le falta mucho de la cinematrografía. Y es que, repetimos, el cine es demasiado pequeño para una imaginación y una reciedumbre como la del gran novelista.” (Cine Continental, octubre de 1945. Año. I, No. 6. P. 34.).

Sin embargo, esas adaptaciones (además de la de Cantaclaro), no se han mantenido en el gusto de la crítica. Rodolfo Izaguirre hizo una evaluación general de sus limitantes: “Las adaptaciones de las novelas (...) quisieron ser fieles a las estructuras argumentales; pero la transferencia de esas historias sustentadas en el libro por un lenguaje (que era, al mismo tiempo, una expresión nueva y americana) y el paso de esas historias al lenguaje cinematográfico, revelaron más lo literario que la fuerza y corporeidad de unos personajes que habrían podido enriquecer, aún más, los simples esquemas argumentales”. (Las novelas de Rómulo Gallegos en el cine mexicano, Ob. Cit.)