 | FUENTES
Macías, Carlos Panamá, 1928 |
Escritores en la Diplomacia
Mexicana, P. 317 | |
arlos Fuentes, nació en Panamá
el 11 de noviembre de 1928. Hijo del embajador Rafael Fuentes
Boettiger, y de Bertha Macías Rivas, los primeros años
de su vida transcurrieron en Washignton. “Aprendió
el idioma inglés y vio, asombrado, a los primeros niños
judíos europeos refugiados en la primaria pública
Cook School. Sus vacaciones las pasaba en las escuelas mexicanas
y sus estancias en los puertos de Acapulco y Veracruz. Era
la época del New Deal de Franklin D. Roosevelt y el
nacionalismo revolucionario de Lázaro Cárdenas.
“Carlos fue siempre amigo de su padre,
Don Rafael visitó con su hijo la Feria Mundial de Nueva York y le enseñó
la ciudad. En esos días Carlos descubrió el cine, una de las pasiones
de su padre y [del propio escritor], sobre todo, reafirmó su irrevocable
filiación a la lectura. (…)” (Los
años con Carlos Fuentes. P. 295. PÉREZ Gay, José María.
En: Los escritores en la diplomacia mexicana.
Tomo II. México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 2000. P.P.
293-317)
A principios de los años cuarenta, Carlos
Fuentes se trasladó con su familia a Chile y asistió al colegio
inglés The Grange, donde comenzó a escribir narraciones junto a
Roberto Torreti. Por ese entonces, publicó sus primeros textos en el boletín
del Instituto Nacional de Chile, vivió el clima político del Frente
Popular chileno y leyó a Gabriela Mistral y a Pablo Neruda.
Luego,
la familia Fuentes se trasladó a Buenos Aires. La ciudad envolvió
al joven escritor con su aire de metrópoli latinoamericana y universal.
Según sus testimonios nunca se sintió forastero en Buenos Aires,
pero el adolescente se declaró en rebeldía, la atmósfera
fascista del gobierno era un fantasma de mala sombra, la intolerancia ejercía
su dominio en la escuela. El ministro de Educación era Hugo Wast, el novelista
nazi latinoamericano.
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Pintura de Armando Morales. Ibid. P. 292 |
Cuando
Rafael Fuentes Boettiger fue nombrado director de protocolo de la Secretaría
de Relaciones Exteriores, la familia Fuentes regresó a México, y
Carlos ingresó en una escuela secundaria de la ciudad. Leyó El
Quijote a los dieciséis años. Desde entonces, todos los años
repite –hasta la fecha— esa lectura.
Terminó
el bachillerato en el Colegio México, y hacia 1949, Carlos Fuentes inició
la licenciatura en Leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Pronto la abandonó porque se dedicó a descubrir la vida nocturna
de la ciudad de México. Presencia que iba a ser revelada en su primera
novela La región más transparente
(1958), y desde luego en el guión de la película Los
Caifanes (1966).
A principios de los años
cincuenta, Fuentes se inscribió en el Instituto de Altos Estudios Internacionales
de Ginebra, Suiza, donde se graduó.
Al mismo tiempo
que se desempeñó como secretario del representante de México
ante la Comisión de Derecho Internacional de la Organización de
las Naciones Unidas. También fue integrante de la delegación mexicana
de la Organización Internacional del Trabajo. Conoció Francia, Italia,
Bélgica y Holanda.
A su regreso a México se
reinscribió en la Facultad de Derecho de la UNAM en donde formó
parte de la llamada Generación del Medio Siglo,
junto con Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Mario Moya
Palencia, Porfirio Muñoz Ledo, Xavier Wimer y Salvador Elizondo Alcalde,
entre otros. Mientras ocupaba el cargo de secretario de prensa del Centro de información
de las Naciones Unidas en México, en 1953 fundó con sus compañeros
la revista Medio Siglo y publicó su
primer libro de cuentos Los días enmascarados.
A
mediados de los años cincuenta, fundó con Emmanuel Carballo la Revista
Mexicana de Literatura y colaboró también en la Revista
Universidad de México, donde firmó sus ensayos y críticas
de cine con el seudónimo de Fósforo
II (mismo que tomaría prestado de Alfonso Reyes y Martín
Luis Guzmán de sus críticas cinematográficas en España,
las cuales firmaban como Fósforo).
En
1958 contrajo matrimonio con la actriz Rita Macedo y colabora con Fernando Benítez
y Vicente Rojo en el suplemento México en
la Cultura. A mediados de 1960, Fuentes fundó la revista El
Espectador, con Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero,
Luis Villoro, Jaime García Terrés y Francisco López Cámara.
Escribió las novelas: Aura, La
muerte de Artemio Cruz, Cumpleaños,
Zona sagrada, Cambio
de piel y Terra Nostra.
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Carlos Monsiváis, José Luis
Cuevas, Fernando Benítez y Carlos Fuentes (1979, Héctor García).
Ibid. P.315 |
En 1973 se casó
con la periodista Silvia Lemus en París y el gobierno de Luis Echeverría
lo nombró embajador de México en Francia, “él aceptó
como un homenaje a la memoria de su padre, por la convicción de que el
servicio diplomático –que heredó de él— valía
la pena en el marco de una esperanza: la reforma política y social de México,
después de la matanza de Tlatelolco (...)” (PÉREZ Gay, José
María. Ob. Cit. PP. 304-305).
En abril de 1977,
el gobierno del presidente López Portillo nombró al ex presidente
Gustavo Díaz Ordaz como primer embajador de México en España.
Fuentes renunció a la embajada de México en Francia, como protesta
ante ese nombramiento. Carlos y Silvia decidieron permanecer en Francia. Escribió
Una familia lejana.
A
partir de entonces Fuentes desplegó una impresionante labor académica:
fue profesor visitante en las universidades de Columbia y Pensilvania. Inició
ciclos académicos en las universidades de Darmouth, Harvard y Princeton,
en Estados Unidos, y Cambridge en Inglaterra. A principios de 1979 recibió
el doctorado Honoris Causa de la Universidad
de Wesleyan y el de la Universidad de Harvard.
En 1984 recibió
el Premio Nacional de Literatura, al tiempo
que escribía en revistas y diarios españoles y norteamericanos.
En Inglaterra ocupó la cátedra Simón Bolívar en la
Universidad de Cambridge y el de la Universidad de Harvard. En 1987 recibió,
de manos del rey Juan Carlos I de España, el Premio
Cervantes de Literatura.
Escribió Cristóbal
Nonato, y otras novelas más; hasta Los
años de Laura Díaz (1999), para contabilizar 18 novelas publicadas
(Junio 2001).
Su primera incursión como guionista
fue debida al productor Manuel Barbachano Ponce, en la película
El gallo de oro (Dir. Roberto
Gavaldón, 1964). Para finales de 1964, el Primer Concurso
de Cine Experimental, promovido por el Sindicato de Trabajadores
de la Producción Cinematográfica representó
la participación de jóvenes directores e intelectuales
y artistas, en el cine mexicano. Ellos dirigían, escribían,
adaptaban y actuaban. En el certamen Carlos Fuentes participó
en dos proyectos: Los bien amados
/ Un alma pura (Dir. Juan
Ibáñez, 1965) y Amor,
Amor Amor / Las dos Elenas
(Dir. José Luis Ibáñez, 1965), cinta ganadora
del 3er. Lugar del Concurso.
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Enrique Rocha, Juan Ibañez, Carlos
Fuentes y Jorge Fons durante la filmación de Una
alma pura (Dir. Juan Ibañez, 1964) |
De
dicha participación el mismo escritor reconoció que: “(…)
El cine es esencialmente una absoluta compenetración de todos los elementos.
Yo sentí en todo momento que había un nivel parejo de intención,
de intuición y de sensibilidad en primer lugar con los directores Juan
y José Luis Ibáñez desde el momento inicial del rodaje de
la película; y desde luego con Gabriel Figueroa con quien tuve una gran
afinidad para lograr una fotografía no muy ilustrativa, sino completamente
integrada al movimiento dramático de las dos películas y con los
mismos actores de las películas, y desde luego con el productor Manuel
Barbachano, que no es precisamente un productor sino un marciano, que da plenas
libertades para rodearse de todo lo necesario y que tiene gran respeto para el
director y escritor de una película.
“El resultado
del concurso ha probado que el cine mexicano puede producir películas ‘A’
[se refería al nivel de calidad]. En todos los países se produce
no más de un ocho o diez por ciento de películas de calidad y el
concurso ha demostrado que existen los productores, los directores, los actores
y los elementos técnicos capaces de producir un cine a la altura de los
mejores del mundo.
“Yo siempre he insistido en que
la reestructuración del cine mexicano no es un problema técnico
sino esencialmente humano y social (…)
“En nuestras
películas [las del concurso], se refleja este conflicto crítico
de las generaciones y se da movimiento a toda una actitud de la juventud a favor
de la libertad personal, de la honestidad intelectual y del derecho a encontrar
nuevas formas de relación”. (Con sus
jóvenes, el cine mexicano del futuro es ya una realidad. La
Cultura en México, No. 181, suplemento de Siempre!,
No. 632, 4 de agosto de 1965. P. VII)
El resultado de dicho
concurso fue muy discutido, pues el jurado declaró desierta la premiación
al Mejor Argumento. Elena Garro, por ejemplo, mostró su descontento por
este motivo, en un artículo publicado en el suplemento cultural de la revista
Siempre!, titulado Los
crímenes se cometen en silencio: “(…) la omisión
resulta imperdonable en un jurado de cine, ya que si no hubo mejor historia, no
hubo mejor película. Las películas se hacen en el papel y desconocer
al escritor, es negar al cine en su totalidad.
“(…)
el Jurado del Concurso Experimental, determinó romper la cuerda floja por
la que se pasea el equilibrista Fuentes y omitió dar el premio para presenciar
su caída. Los crímenes se cometen en silencio”. (Los
crímenes se cometen en silencio. Por Elena Garro. Idem. P. XIV)
En 1965, Fuentes Macías participó
en Tiempo de morir (Dir.
Arturo Ripstein) y, en 1966 en Pedro
Páramo, de la que el mismo director, Carlos Velo
refierió a Beatriz Reyes Nevares, sobre el trabajo con
los escritores de la adaptación; y de cómo le
hicieron, Carlos Fuentes, Manuel Barbachano y él, para
hacer en cine una novela tan complicada. (Pedro
Páramo cobra vida completa. Por Beatriz Reyes
Nevares. Siempre!, No. 665,
23 de marzo de 1966. P.P. 44-45)
De 1966 a 1967
Carlos Fuentes escribió con Juan Ibáñez el guión de
Los caifanes. Con esta historia ambos ganaron
el Concurso de argumento al que convocó el Banco Cinematográfico.
Estaban a punto de iniciar el rodaje y Juan Ibáñez se refería
a las cualidades dramáticas de ésta:
“—En
la película aparecen el pícaro
y el señor?
—Claro, Carlos Fuentes y yo nos
dimos cuenta de que, de la contraposición de los dos saldría el
conflicto dramático. De su convivencia es de donde parten todas las líneas
argumentales del gran teatro del Siglo de Oro.
Los caifanes pobres de la cinta toman contacto, como te expliqué, con los
caifanes ricos (…).
—¿Cómo se
las arreglaron Carlos y tú para escribir este argumento?
—Carlos tenía mucha experiencia y muchas notas. Desde que hizo La
región más transparente se fijó en el problema de
la expresión del mexicano y anduvo por los barrios, sorprendiendo conversaciones
y conversando él con los caifanes. Nos reunimos en Italia y ahí
trabajamos en el argumento. Me vine a México y hemos seguido juntos la
tarea, por carta. Nos entendemos muy bien. Los dos sabemos cuál es el objetivo.
(…)” (Juan Ibáñez habla
de Los Caifanes. Por Beatriz Reyes Nevares. La
Cultura en México, No. 251. Suplemento de Siempre!,
No. 792, 7 de diciembre de 1966. P. XVI)
Otra faceta de
nuestro escritor que hay que destacar es la de crítico cinematográfico.
Tarea que cultivó principalmente en la década de los cincuenta,
Sobre todo la realizada en la revista de la Universidad
de México, aquella firmada con el seudónimo de Fósforo
II. La cual inauguró la crítica cinematográfica en
el periodismo universitario, a partir de abril de 1954 y hasta octubre de 1956.
Por
otra parte, entre adaptaciones de la obra de otros escritores y textos que expresamente
Fuentes escribiera para cine, algunas de sus obras también fueron adaptadas
por realizadores de otros países, como es el caso de: La
bruja en amor / La strega en amore
(1966), sobre la novela Aura, dirigida y adaptada
por Damiano Damiani; y Gringo viejo / Old
Gringo (1988), sobre su novela homónima, dirigida por Luis Puenzo,
con guión de Luis Puenzo y Aída Bantrik.
Además
de que Fuentes incursionó en la dirección, junto con Héctor
Casillas, en el cortometraje Enigma compartido
(1974). Este cortometraje participó en el 1er. Festival de Cine Erótico,
1974, y obtuvo el 3er. lugar en el Concurso de Cine Experimental. También
obtuvo el Premio Indio Fernández, celebrado
en 1977 en la Ciudad de Guadalajara, Jalisco.
[Para mayor
detalle sobre las técnicas y la temática cinematográficas
presentes en seis novelas de Carlos Fuentes, ver: “Un
cinéfilo empedernido”: Tiempo, espacio y mito cinematográficos
en la narrativa de Carlos Fuentes. PP. 69-101. En: DUFFEY, J. Patrick.
De la pantalla al texto. La influencia del cine en
la narrativa mexicana del siglo veinte. México, UNAM / Coord. de
Humanidades / Coord. de Difusión Cultural / Dir. de Actividades Cinematográficas,
1996. 147 PP.).