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FERNÁNDEZ
Unsaín, José María Paraná,
Entre Ríos, Argentina, 1918 México D. F., 1997 |
La
Jornada, 6 de octubre de
1997. P. 26
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oeta, dramaturgo, escritor de guiones
de cine, radio y televisión, también fue director
de teatro y cine, además de psicólogo. Sus allegados
le decían Coco.
Usó el seudónimo de Janos
Benedek.
Nació
el 10 de agosto de 1918, en Paraná, Entre Ríos, en Argentina. Murió
en la Ciudad de México, el 18 de junio de 1997.
En
Argentina estuvo a cargo de varios puestos gubernamentales: fue director del Teatro
Nacional, Presidente de la Comisión de Cultura y director general de la
Secretaría de Cultura. También se desempeñó como secretario
de la legendaria Eva Perón.
Desde muy pequeño
se sintió atraído por la literatura, ello en parte por influencia
de su progenitor: “Mi padre tenía una biblioteca de 10 mil volúmenes
a los cuales me acerqué desde muy pequeño. A los tres años
aprendí a leer [...], a los 12 años escribí mi primer poema,
un romancillo” (Murió José María
Fernández Unsaín, fundador y presidente de la SOGEM a los 72 años
de edad. Por Jorge Luis Espinosa y Lorena Ríos. Unomásuno,
19 de junio, 1997. P. 25).
En 1944 fue reconocido por el
Ministerio de Educación de su país natal, como el mejor poeta argentino.
Dos años más tarde, recibió el Premio de Poesía Martín
Fierro, al mejor poeta de Latinoamérica por el poemario Este
es el campo, integrado de 19 sonetos, dedicados al gaucho y la pampa argentina.
El jurado estuvo conformado, entre otras personalidades por Jorge Luis Borges
y Oliverio Girondo.
Sus inicios en el campo de la dramaturgia fueron sobresalientes,
gracias al éxito de taquilla de La muerte se está poniendo vieja,
premiada como la mejor obra de 1948. En 1950 recibió el premio de Teatro
de la Ciudad de Buenos Aires.
A su llegada a México
en 1958, Fernández Unsaín se dedicó a escribir guiones para
cine. Sus primeros trabajos como guionista los realizó al lado del Alfredo
Varela Varelita: Sed
de amor (Dir. Alfonso Corona Blake, 1958); La
diligencia de la muerte (Dir. Rogelio A. González, 1959); De
tal palo tal astilla (Dir. Miguel M. Delgado, 1959); Ladrón
que roba a ladrón (Dir. Jaime Salvador, 1959) y La
nave de los monstruos (Dir. Rogelio A. González, 1959); entre otras.
En
México, publicó un libro de poemas: El
libro del mucho amor (coedición UNAM / IPN / UAM / FCE, 1997).
Dirigió
la Sociedad General de Escritores Cinematográficos de Radio y Televisión,
desde su fundación en 1968. Aunque su verdadera vocación fue la
poesía, desde 1958 y hasta la década de los ochenta se dedicó
al oficio de guionista: “En realidad me la pasé trabajando como guionista
por encargo. Estuve 25 años pegado a una máquina de escribir; hice
un montón de textos, pero esto no es de ninguna manera escritura. Simplemente
emplear algunas mañas profesionales para un asunto como es el cine. Esto
me quitaba tiempo [...] Dejar de escribir poesía fue castigarme un poco.
Tenía dos opciones: hacerme rico o seguir mi carrera como escritor. Opté
por lo primero” (Tiempo sin amor es tiempo
muerto. Por Ricardo Pacheco Colín. Excélsior,
16 de febrero de 1997. P. 19).
En 1973, la Sociedad General
de Escritores Cinematográficos de Radio y Televisión se convirtió
en la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). José María
Fernández Unsaín se encargó de la dirección de dicha
institución hasta su muerte.
Entre 1980 y 1984, Fernández
Unsaín estuvo a cargo del Consejo Mundial de Autores de Radio y Televisión.
Además, fue dos veces presidente del Consejo Panamericano de Sociedades
de Autores y Compositores.
Durante todo el tiempo se pronunció
por defender el derecho de autor que tenían los escritores, así
como por un pago digno para ellos. Lo anterior no sólo se instala en el
plano nacional, ya que Fernández Unsaín también trabajó
por los derechos de los creadores de Iberoamérica, ello queda claro con
su participación en las propuestas de leyes de Derechos de Autor de Colombia,
Bolivia, Ecuador y Panamá.
En 1988 el gobierno mexicano le concedió
la condecoración de Águila
Azteca, presea que se otorga en México a los extranjeros
más distinguidos. Un año más tarde, recibió
el Gran Premio Especial otorgado por la Agrupación de
Periodistas Teatrales (APT).
Fue titular de la productora cinematográfica
Artistas Asociados Mexicanos, compañía que produjo
entre otras, Los días del
amor (Dir. Alberto Isaac, 1971). Su trayectoria fue percibida
de la siguiente manera: “como dirigente de escritores,
como hombre que aglutinó prácticamente a la totalidad
de escritores para defender los derechos de autor y para darnos
una dignidad que no teníamos, esa fue la tarea fundamental
de José María” (Adiós
a un personaje cálido de la cultura. Por René
Avilés Fabila. El Nacional,
19 de junio de 1997. P. 14).
En su prolífica
carrera de guionista y argumentista de cine, escribió las historias para
243 películas mexicanas; además de haber sido el fundador de la
Escuela para Escritores (patrocinada por SOGEM), al tiempo que luchó afanosamente
para proteger a los escritores nacionales en la cuestión de los derechos
de autor: “consiguió que se volviera exentar de impuestos al gremio,
echando abajo la miscelánea fiscal del sexenio salinista” (…)
(El artista por dentro y por fuera. Por Emmanuel
Carballo. Casa del Tiempo, Revista de la Universidad
Autónoma Metropolitana. Vol. 14, No. 58-59, diciembre 1996 - enero 1997.
P. 20).
Por otro lado, su trabajo como escritor y sus motivaciones
están plasmadas en los extractos de la entrevista realizada al escritor
por Patricia Zama, que a continuación reproducimos:
“—¿Por
qué dejó de escribir teatro?
—Por lo
mismo que no seguí escribiendo poesía. Es que nunca escribí
nada. Nunca tuve tiempo de escribir nada más que mis churros. Tuve que
plantearme o hacer una carrera de escritor o ser rico, y es bastante obvio para
donde me fui. Dejé de escribir cine hace siete u ocho años, pero
entonces la SOGEM estaba en crecimiento y había que dedicarle mucho trabajo.
Cuando empezó a caminar sola, como una maquinita bien engrasada, a mí
se me apareció la Gorda y me dijo: ‘¿Ahora cuál es
el pretexto?’.
—¿Quién es La
Gorda?
—La poesía. La poesía no es
una señora delgada de cabellos largos, sino una pinche gorda cocinera castigadora,
malévola y propietaria de ti. Ninguna delicada belleza es propietaria de
ti, la Gorda sí. Es exigente, dura. No te da de comer y te apalea y te
dice que escribes bazofia. Entonces, cuando se me apareció ‘la Gorda’,
escribí media docena de poemas y un año después me senté
a trabajar, en 15 días terminé el libro. Hay sonetos que están
escritos en una hora y salieron redondos, y hay poemas que están escritos
en dos meses.
(…)
—¿Cómo
empezó la escuela de escritores de la SOGEM?
—Cuando
comenzamos nos planteamos que no se puede enseñar a ser escritor, pero
se puede enseñar a quienes quieren serlo a leer mejor. La gente, en general
lee mal. Sus lecturas son desordenadas, ocasionales. Yo creo que la sistematización
de la lectura va a producir un ser humano con mayor capacidad para la escritura,
y así sucede. Simplemente lo que hacemos es ordenar las lecturas, discutirlas,
y después el ejercicio, la tares. Todo el chiste de la escuela es leer
y escribir todo el tiempo, y poner a los alumnos en contacto directo con los que
sí son escritores profesionales, para que les hables de las trampas, los
trucos y las aventuras de la escritura. Y funcionó. Sales escribiendo mucho
mejor. Nuestros egresados han ganado 178 premios literarios en los nueve años
que lleva la escuela” (Ibid. PP. 22-25).