ELVIRA, Gonzalo
México, D. F., 1932 | |
| El
Cine Gráfico. Anuario 1942-1943, No. 500-B, marzo de 1943. P. 100 |
roductor
y guionista cinematográfico. Gonzalo Elvira nació
en la Ciudad de México el 26 de enero de 1932. Hijo del
productor de cine del mismo nombre. Estudió la primaria
y la secundaria en el Colegio México y la preparatoria
en el Centro Universitario México. Durante dos años
cursó la carrera de Derecho en la Facultad de Leyes en
San Ildefonso. Interrumpió su formación universitaria
por el deseo de convertirse en pelotari profesional; para ello
se trasladó a España, donde vivió nueve
meses. En 1950 regresó a México para trabajar
al lado de su padre. Se desempeñó como encargado
de unas bodegas que eran propiedad de Producciones
Diana en los Estudios Tepeyac.
Poco tiempo después comenzó a trabajar como auxiliar
de producción, y en ese mismo año escribió
el guión de la película La
loca de la casa (Dir. Juan Bustillo Oro, 1950), adaptación
de la novela homónima de Benito Pérez Galdós.
En
1952 Gonzalo Elvira escribió el argumento de la película El
Mártir del Calvario (Dir. Miguel Morayta), en la cual desempeñó
también –por vez primera- el cargo de jefe de producción.
En adelante, Elvira se dedicó a esta rama del quehacer cinematográfico,
produciendo una gran cantidad de películas en el marco de la compañía
Diana Films, de la cual es propietario.
Entre
las cintas que el autor ha producido destacan: Que
me toque las golondrinas (Dir. Miguel Morayta, 1957); Tres
angelitos negros (Dir. Fernando Cortés, 1958); Dormitorio
para señoritas (Dir. Fernando Cortés, 1959); De
color moreno (Dir. Gilberto Martínez Solares, 1963) y El
Alegre divorciado (Dir. Pedro Lozaga, 1976).
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Consuelo Frank y Enrique Rambal
en El mártir del Calvario
(Dir. Miguel Morayta, 1952) |
En
cuanto a la actividad de escribir historias para el cine el autor afirmó:
“El guión puede llegar a ser literatura. Hay varios argumentos que
se han convertido en obras de consulta cuando reflejan actualidades de nuestro
país, cuando no se dedican a copiar, que es lo que lamentablemente ha venido
ocurriendo en nuestra industria. En el cine se ha perdido la identidad, se ha
perdido el respeto al público y ha quedado atrás la época
cuando nuestro cine era básica y fundamentalmente familiar. Se criticó,
nos criticaron las llamadas “películas de caballitos”. Lo cierto
es que las películas de caballitos dieron a conocer un México auténtico;
no de copia de otras industrias ni de otras formas de vida, ajenas a nuestro país.
En la actualidad, todos caen en lo mismo. Los argumentos recurren al mismo vicio:
sexo, violencia y leperadas. ¿Eso es cine?, por supuesto que no. Dista
mucho de ser cine cuando está olvidándose totalmente de que un porcentaje
muy elevado de nuestra población está conformado por personas menores
de 15 años y hay muchos, muchos niños que no van a ver cine mexicano
porque no los dejan entrar”. (Entrevista realizada para Escritores
del cine mexicano sonoro. Octubre 2002).