 | ELIZONDO
Alcalde, Salvador México, D. F.,
1932 |
http://www.academia.org.mx/
Academicos/AcaCurriculos/Elizondo.htm | |
ovelista, poeta, dramaturgo, cuentista,
periodista y traductor. Nació en la Ciudad de México,
el 19 de diciembre de 1932. Tras ser embajador en varios países,
su padre, Salvador Elizondo Pani, retornó a México
para dedicarse a la producción de películas.
Manejó varias productoras, entre las que sobresale
CLASA-Films Mundiales,
parte sustancial de la llamada época
de oro, lo que proporcionó
a Elizondo Alcalde grandes vivencias cinematográficas,
desde temprana edad.
Elizondo Alcalde estudió
los primeros años de literatura inglesa en la Universidad
de Ottawa, Canadá y filosofía en la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM. En la Universidad Italiana
para extranjeros de Perugia, Italia, cursó Alta Cultura
de Civilización Francesa. Obtuvo el Certificate
of Proficiency en la Universidad de Cambridge en Inglaterra.
Cursó la carrera de Letras Inglesas en la Facultad de
Filosofía y Letras. Estudió pintura en la Escuela
Nacional de Artes Plásticas y en La Esmeralda, y cine
en el Institut des Hautes Etudes
Cinématographiques de París. Dos veces
fue becario del Centro Mexicano de Escritores (1963-1964, 1966-1967)
(DOMÍNGUEZ Cuevas, Martha. Los
becarios del Centro Mexicano de Escritores (1952-1997).
México, Ed. Aldus/Cabos Sueltos, 1999, pp. 124-127)
Fue fundador y director de la
revista S.Nob, editorialista
y crítico de arte en el diario Excélsior
(1972-1976), miembro del consejo de redacción de la revista
Plural (1976) y de Vuelta
(1976-1999). Son célebres sus traducciones de Robert
Graves, Ezra Pound, Paul Valery, Mallarmé y Malcolm Lowry.
Ingresó a la Academia
Mexicana de la Lengua en 1977 y es miembro del Colegio Nacional desde 1981. Entre
los diversos reconocimientos que se le han entregado se encuentra el Premio
Nacional de Letras (1990). Desde 1994 es Creador Emérito del Sistema
Nacional para la Cultura y las Artes.
Elizondo
formó parte del grupo Nuevo Cine, al
lado de Alberto Isaac, Jomi Garcia Ascot,
Emilio Garcia Riera, José de la Colina y Carlos Monsiváis. Cultivó
la crítica cinematográfica y entre sus contribuciones a los cuadernos
de la UNAM es recordada la dedicada a Luchino Visconti.
Impartió clases a las primeras generaciones del Centro Universitario de
Estudios Cinematográficos. Su participación como director es breve
sólo una película, Apocalipsis 1900
(1965).
Elizondo aplicó los conocimientos
que adquirió en su primera etapa cinematográfica en la literatura:
“El primer libro largo e importante que escribí, Farabeuf,
es un intento de fundir fragmentos de un contexto a otro por medio del procedimiento
de montaje. Y nada más”. (Eventos de
la Feria Internacional del libro. Elizondo, Galeano y Ramírez en Guadalajara.
El Nacional, 27 noviembre 1991)
Por
su parte J. Patrick Duffey, en De la pantalla al
texto, resalta la obra de Salvador Elizondo y la importancia que el cine
tiene en ésta: “[su] devoción [...]por el cine se inició
realmente hacia finales de los años cuarenta, cuando él se hallaba
en Europa. Y como afirma en su Autobiografía:
‘Fue aquella estancia en Europa la que hizo nacer en mí la afición
por el cine.’ Fecuentaba los ‘cine-clubs’ de París y
empezó a concebir el cine como forma artística equiparable a la
literatura en su capacidad para expresar la experiencia humana: ‘El cine
había alcanzado una madurez tal que podía ya competir con las demás
artes figurativas como testimonio cabal de la experiencia humana’. Al regresar
a México en 1961, Elizondo fue invitado por la Facultad de Filosofía
y Letras a fin de que diera una plática sobre Eisenstein, y al poco tiempo
colaboró para que saliera Nuevo cine,
revista que a lo largo de sus siete números (abril de 1961 –agosto
de 1962) sostuviera un diálogo vigoroso entre los cineastas del ‘establishment’
y los periodistas, y a la vez promoviera una renovación del cine mexicano.
[...] “Durante este periodo, Elizondo publicó varios ensayos sobre
cine, incluyendo una reseña de L’année
derniére à Marienbad, de Alain Resnais, en cuyo libreto intervino
Alain Robbe-Grillet como coautor. En 1963, fomentó aún más
su interés por el cine, publicando un libro sobre el director italiano,
Luchino Visconti. Sus apreciaciones sobre la forma en que Visconti utiliza tanto
la toma a distancia como el primer plano fueron relevantes para los subsecuentes
trabajos literarios de Elizondo, sobre todo en el caso de Farabeuf,
o la crónica de un instante (1965). Ésta, su primera y más
ampliamente leída novela, tiene que ver más con el cine que lo que
hasta ahora los críticos han enseñado. Elizondo escribió
la novela al tiempo que concluía su libro sobre Visconti y mientras hacía
la película de Apocalypse 1900. De
hecho la novela tuvo sus orígenes en ciertos aspectos de este filme. Las
ilustraciones de técnicas de amputación que se hallan en el libro
del doctor H. L. Farabeuf, Précis de manuel
operatoire, desempeñan un papel importante en la cinta. Estas técnicas
macabras son ejemplo de la extraña ciencia, de fines de siglo, que Elizondo
trata de exponer en Apocalypse 1900. En Farabeuf
alude a las mismas ilustraciones a fin de remarcar la extraña combinación
de belleza y violencia que se puede apreciar en la fotografía de un hombre
chino sometido a tortura, aunque aparentemente en éxtasis, así como
en las mórbidas aunque también soberbiamente precisas ilustraciones
realizadas por un tal doctor Farabeuf. Sin embargo, la influencia cinematográfica
más significativa en Farabeuf fue la
asimilación que logró Elizondo de las tomas a distancia y los grandes
acercamientos practicados por Visconti”. (Voyeurismo
cinematográfico: Juan García Ponce, Salvador Elizondo y la estética
de La escritura. P.p. 109-110, 113. En: J. Patrick Duffey. De
la pantalla al texto. La influencia del cine en la narrativa mexicana del siglo
veinte, trad. Ignacio Quirarte. México, UNAM, 1996. P.p. 147).
Entrevistado por Mary Carmen
Sánchez para el suplemento cultural Sábado
de abril de 2000, Salvador Elizondo resume su experiencia en
el cine:
“--¿Cuándo comenzó a interesarse
por el cine?”
Ya hace mucho que me alejé del cine, me interesó
en su momento, hace 40 años. Fue una etapa de mi vida como cualquier otra.
Mi relación con el cine data de mi primera infancia. Mi padre era productor
cinematográfico; prácticamente viví esos años en un
estudio de cine. Fui testigo ocular de la Época de Oro del cine mexicano.
Vi ese esplendor, así de cerca, de primera mano. Pero me temo que el cine
ha dejado de interesarme. Tampoco puedo revivir las emociones que me produjo porque
ha pasado mucho tiempo desde que me ocupaba del fenómeno cinematográfico
y mi vida ha cambiado. Intenté hacer cine, fracasé, y con los conocimientos
que había adquirido asumí de modo exclusivo la literatura. Porque
mi interés en el cine se deriva del fracaso como pintor. De actividades
estrictamente visuales llegué a la escritura. Pasé de la pintura
al cine, y habiendo fracasado en ambas llegué a la literatura.
--¿Cómo
le fue en esa película?
Ni bien ni mal (…) simplemente prefiero
pensar que no existe. Esa película la hice y la edité con mis propias
manos. Apocalipsis 1900 es una cinta hecha
con tomas de grabados científicos de finales del siglo XIX, un juego de
montaje para narrar vagamente una historia. Ciertas voces en off
hacían alusiones literarias en francés; esto debido a que pensábamos
enviarla al Festival de Cine Experimental de Avignon. Estas voces tenían
como fondo la música de París de fines de siglo, canciones de Ivette
Gilbert y una sonata de César Franck. En las primeras imágenes aparecen
algunos personajes de Proust. Fue un acontecimiento cultural entre un grupo de
amigos, nada más.
-- Si realizara un
Apocalipsis 2000, ¿cómo lo haría
ahora?
Ahora es más fácil hacer cine, con cámaras de
esas de televisión y los nuevos aparatos. Por el sistema antiguo de la
película, el enrollado, me tomó dos años hacer esa filmación.
Con una cámara de televisión en una semana la hubiera hecho, con
todas las disolvencias y montajes.
--Y a la
inversa de ese montaje transportado a la literatura: ¿qué resultó
de llevar Farabeuf al cine?
Fue un fracaso.
En el caso de Farabeuf resulta imposible la
adaptación. Una vez cedí los derechos a un productor de apellido
Barranco, hace más de 30 años. Llegó a presentarme un script
enorme y absurdo; empezaba con un poema de Octavio Paz e incluía ídolos
prehispánicos, etcétera. Yo pensaría, en cambio, en las películas
de los autores del nouveau roman, el Alan
Resnais de El año pasado en Marienbad,
por ejemplo. Esta corriente me influyó mucho, sobre todo en cuanto a su
descubrimiento del uso de imágenes contrapuestas, como el famoso experimento
de Lev Vladimirovich Koulechov […]
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Enrique Álvarez Félix y Amedee
Chabat protagonistas de la película Narda
o el verano (Dir. Juan Guerrero,1968) |
--Narda
o el verano también le trajo una experiencia cinematográfica
desagradable. Tengo entendido que la adaptación la hizo Juan Guerrero en
1968.
Resultó una de las peores películas que se han hecho en
México. A veces la exhiben en cineclub. Le dije a Juan Guerrero: ‘Esta
película no se puede hacer, los personajes no existen’. Él
insistía: ‘Pero cómo no van a existir!’ En el cine todo
se tiene que ver, pero esa condición no la tiene la literatura. Los personajes
no pueden ser vistos en cine, no existen más que como palabras escritas.
Pero Juan Guerrero estaba obstinado; me compró los derechos del relato,
recuerdo, en 15 mil pesos, que era lo que pagaba entonces. Aún cuando firmamos
el contrato le dije: ‘Te aconsejo que no la hagas’. ‘Sí,
tengo una enorme fe en esa película’ (le contestó). Naturalmente
que la película fue malísima”. (Los
márgenes de la mirada. Entrevista con Salvador Elizondo. Por Mary
Carmen Sánchez Ambriz, Sábado,
Suplemento cultural de Unomásuno. No.
1176, 15 abril 2000, p.p. 8-9)
En la Feria
Internacional del Libro, en 1991, también recordó la experiencia
con su cuento Narda o el verano: “El
suceso se ubica en la costa del Mediterráneo, en un pueblito muy sofisticado
de Italia, donde están filmando una película de Antonioni –de
esas muy aburridas. Un amigo mío compró la novela para hacerla cine.
‘No se puede hacer en cine’, le dije, ‘Los personajes no existen.
Incluso se comen unos a otros’, le remarqué. Finalmente me pagó
más de lo debido con tal de hacer la película, y la hizo.
“Todos los escenarios que había planeado estaban
reducidos a cero. Tenía que haber una muchacha muy bonita, y pusieron a
una gorda muy fea. Había dos hombres que se disputaban el amor de una mujer
y pusieron a Félix –el hijo de María Félix--, y a otro.
Fui a ver la filmación a Acapulco pero no…Tenía que salir
un Rolls Royce y pusieron un Volkswagen. Luego vi el primer corte y sentí
que el alma se me iba a los pies. Ya era muy tarde. Ni hablar del peluquín,
le dije ‘está muy bien tu película’, y pensé
para mis adentros: ojalá y te mueras”. (Elizondo,
Galeano y Ramírez en Guadalajara. Ob. Cit.)
Salvador
Elizondo (Autobiografía), Empresas
Editoriales, serie Nuevos Escritores Mexicanos del Siglo XX (presentados por sí
mismos), México, 1966.